VOCES
Oigo
voces en la escalera, como si alguien quisiera robar el ascensor, hablan de
dinero y de reparto, me asomo por la mirilla y el pasillo está vacío, la luz
apagada y un silencio absoluto invade la estancia. En la acera camino solo,
nadie me sigue pero oigo voces en bares cerrados, es muy temprano y no aprecio
movimiento alguno, luego en el mercado hay mucha gente y sigo oyendo voces,
todas distintas, todas afiladas, hablan el mismo lenguaje pero no se entienden
entre sí, sin embargo es un murmullo comprensible, refieren negocio, compra,
venta, regateo, descontento; más tarde en el autobús oigo voces iguales, todos
gritan las mismas palabras pero no se entienden entre sí, son seres normales
muy parecidos a los otros. Y me siento en un banco tranquilo de la plaza donde
hay silencio y sigo oyendo las voces de la escalera, del autobús, del mercado;
me creo que estoy llegando a la antesala de la locura y alguien me susurra:
“no, no estás loco, es la vida”. Y me calmo.
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