NO SOLO ES ELEGIR
Colocar una papeleta en una urna
implica grandemente al elector; con ella no solo se elige una opción de
representación sino que se otorga un voto de ilimitada confianza para que el
elegido pueda usarlo a su libre albedrío en cuanto se le ocurra, como cerrar un
colegio, insultar a un adversario, sumarse con tu voto a un credo religioso concreto, hacer apología de la
mentira, desviar la ruta del tren, subir el agua, bajar el salario, despedir
sanitarios necesarios, alargar las listas de espera en los centros médicos,
privatizar la sanidad, criminalizar a inmigrantes, gays, lesbianas, negros,
gitanos, pobres, etc.
Depositar un voto en una urna es
algo muy responsable que puede traer unas consecuencias negativas o positivas
dependiendo de a quién se le otorgue el derecho a decidir; hacerlo nos
convierte en cómplices sociales de la maldad o en impulsores de la verdad. De
ahí que, a veces, muchos prefieran huir antes que votar, dada la ingrata
experiencia vivida en estos años de democracia sustentada solo en la grandeza
de elegir.
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