RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 13 de mayo de 2024

ESPACIO

ESPACIO.



Escudriñando en el espacio que ocupas en mi vida, desde ojos a silencios, desde madrugada a ocaso, me tropiezo con tu benevolencia para adivinar qué estarás soñando al momento que te busco, qué de ti queda en mi pupila, en mi retina, qué de ti se me mueve dentro. Y me tropiezo también con los vacíos, con el lugar para los otros, vacío de los otros y ocupado en virginidad de espacios por ti.

Te reservo ese espacio para cuando me pretendas. Esta tarde, que llueve con finura y estamos más cerca de lo común, me supe poeta de sentimientos, los míos, para traerlos a este blanco pálido de contraste que produce este contrasol que es la longitud tan nítida de la ausencia. Y en la niebla que hacía de la tarde una noche adelantada tropecé con los números que en mi mente te identifican y a renglón después me surgió el pálpito, después la ansiedad de todos los días y ahora te escribo, por eso.

Y te decía que me oculté en mi propio interior para conspirar contra mí, para saber de mí, para soportar con conciencia el dolor que me produce el sufrirte. He visto un panorama desértico, como lunar. Es todo grande y casi predispuesto para una bienvenida, es también triste, las guirnaldas han perdido el color, las banderas raídas, los árboles secos. Hay silencio y un solo nombre ocupa las paredes del estómago, del hígado, del cerebro y del alma; es tu nombre subrayado, con mayúsculas, muchos nombres tuyos, con tu cara, con tu andar, con tu sonrisa, con tu inteligencia. Está plasmada tu inteligencia en un costado de la extirpada hernia de hiato que tanto acoso me diera; créeme, está todo allí, todo lo tuyo, lo vivido contigo, el recuerdo, una línea de presente muy difuminada y un trazo de futuro escrito en rojo con intervalos blancos pero fuerte. Acudo allí a conocerme y me tropiezo contigo. Y tu aspecto encierra delicadeza y abnegación. No me extraño, sigo la búsqueda, quizá en las tripas, quizá no estés en la sangre (por tu aversión a ella), pero tu presencia se hace cada vez más patente, más señalada, más alta. El paisaje desértico tiene la extensión exacta de tu cuerpo, la sangre es tu color, la luz que entra la trae tu mirada. Es misterio o pesadez, no me encuentro.

Ya no soy ni siquiera la causa de mi propio espacio, ni la miseria o gloria de mi espacio porque todo el espacio lo debo, está en mi cuenta negativa, te lo debo; me ocupas, me ocupas las vértebras, los escalofríos, la nariz y los sentidos. No te he preguntado si eres feliz poseyendo mi espacio, apenas he podido acercarme para verte mejor, para tocarte. La cárcel era mía, yo era mi propia cárcel en ese laberinto de mi vida y mis órganos vitales.

Luego pensé que estabas allí como alimento. Luego pensé que mi yo estaba injertado de ti o algo similar. Luego dejé de pensar y seguí dando vueltas por aquel camino de silencios y te buscaba subido a la mayor arteria. Y estabas allí alimentando, tu rastro borrando todos los rastros, una soledad cruel fabricando otra soledad, queriendo irse del estómago al colon, sin encontrar sitio. No era yo ajeno a ese interior espacio proclive a tanta ocupación y además tampoco me importara conservarla para así al menos satisfacer una mínima parte de mi necesidad. Pero, imagínate, ya no soy yo, no tengo espacio libre siquiera para incluir otro sentimiento o para gritarle poesía a otro paisaje. Nada queda que no domines. Te sentirías extraña si lo supieras si tuvieras conciencia de ello; te sentirías extraña porque no eres posesiva y menos ahora que has dejado los bultos descargados en el umbral y no te pesan; y también te sentirías extraña porque sabes que los recuerdos cada vez son más livianos y más llevaderos. Y te sentirías extraña, por último, porque quizá en este momento no tuvieras voluntad de ocupar mis espacios. En fin, por todo eso y por todas las razones que tu inteligencia pusiera, que serían muchas y variadas.

No atrevo a descifrar este pensamiento del espacio que hoy se me ha venido de lleno al coco, no ha sido un sueño, ni una pesadilla barata de esas que te atascan las resacas de los sábados, no ha sido tampoco una reflexión, ha sido un impulso espontáneo.

Yo quería escribirte de otras cosas. Recordé que hoy se celebra el día mundial de la poesía y quise vestirme un rato de rapsoda para dedicarte poemas de amor de un libro de Gala, pero me encontré desdibujado buscando en el libro, se me amontonaban las letras y formaban tu nombre, las hojas, tu cuerpo. Y me salió este “saborío” relato de emociones que a nada conduce más que a llenar la tarde y a recordarme más y más que te recuerdo y te recuerdo y que no soy capaz de mirar para otro lado y además que esto tampoco te lo debería decir porque no tengo derecho a implicarte en mis desalientos.

Que Dios – si existe- me perdone

Ramón Llanes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario