RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 15 de mayo de 2024

ROCÍO


 ME CUENTAN DEL ROCIO

 

 

Mejor la vivencia, lo contado es más etéreo, difieren los tonos y las palabras, queda el valor de quien lo relata mas nunca el propio. Muchos que no son rocieros se manchan de recuerdos que luego les valen casi una vida y entretienen su lealtad en el tiempo, a aquellas burbujas de placer que dejaran los ojos de otra manera y condicionaran el aspecto, el carácter, la fe, el espíritu de convivencia. Otros vuelven con cansancio de haber naufragado en la vanidad, de haber incumplido los propósitos, de haberse adelantado en el camino para llegar a un lugar inesperado.

La vivencia es irreprochable, el sistema rociero no pretende compensar a cada cual ni reservar días de gloria para cada peregrino, el momento de dignidad se convierte en honor o se pierde en las arenas; no es obligado ser feliz. De quienes se acercan, cuentan las crónicas personales, todos buscan regocijo y bienestar y no a todos les llegan las excelencias. Tal desvalor es también irreprochable al sistema. Allí se puede nacer a la paz, a la solidaridad, a la fantasía, al amor, a la amistad o se puede morir en la creencia, en la infelicidad, en el desamor, depende de la actitud íntima no del espacio que abren los demás, ya inventado.

La influencia del aire, de las gentes, de los esquemas, del ambiente, del sano jolgorio, de la armonía o de los credos son elementos que se interponen entre los componentes del hallazgo y son capaces de equilibrar más aún los sentimientos o distorsionar la realidad pero no existe en todo ello más dependencia para conseguirlo que la voluntad de cada ser. Convengo con quienes admiten el Rocío como una filosofía que es prolongación de la humana, convengo con ellos en entenderlo como motivación para resaltar cualquier virtud.

No soy especialista en estas cumbres, me lo cuentan quienes lo han vivido.

 

Ramón Llanes

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