INSTANTES
Pulsar el óvulo de
un sentimiento ocupa el mismo instante que acabar con la licitud de la vida;
cada gesto minúsculo y cada catástrofe se producen en la más mínima parte de
una brevedad sin afectar a la grandeza del acontecimiento ni a su consecuencia;
un instante hace una felicidad y hace una muerte, desvanece capacidades, muerde
conciencias y puede determinar un futuro con una línea perfecta e
indestructible. Qué será un instante más allá de un tiempo pequeño!, qué ingenios
le sostienen y le avalan!.
La percepción para definir este
germen ínsito en cada ser depende de la óptica desde la cual se utilice el
juicio de valor; si irrumpe la visión trágica, si la poética, si la optimista,
si la locura, de cualquier página instantánea surgen intuiciones de valor o
mensajes difuminados que garantizan una necesidad del disfrute del instante.
Solo un pensamiento, una sola mirada, una razón, un destello, la más
insignificante sorpresa, le menor idea, el mayor descubrimiento, todo está
enclavado en instantes de vida.
De igual manera pudiera parecer que
cada instante tiene una historia o una misión propia pero cada historia es un
instante hecho, cada fugacidad es una historia de sensaciones anteriores que
intervienen en una creación íntima sin arquitectura previa, solo forjado en la
espontaneidad de los acontecimientos dados por la estancia en los escalones del
hábito de vivir. Instantes que fueron suspiros, luego complicidad, más tarde
emoción y siempre eterna incertidumbre de sucesos que mantienen en vilo los
huesos y actualizada la expectativa.
Ramón Llanes
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