QUERÍA HABLAR.
No distingo el sol que
alegra, se pierde en comisuras de humos allá por los sitios lejanos donde un
tiro acaba con un millón de miradas, se pierde el sol del sentimiento, el sol de la libertad
destrozado en una cuneta con turbantes blancos, ya manchados de sangre, el sol
levantándose triste, oscuro e inválido, con muletas, dormido entre montañas de
fuego a donde ni siquiera le dejan calentar.
Empieza
un sonido de bomba al alba, que lo asusta. No hay sol en Kabul. Los hombres
afganos tiemblan cada día y se despiertan con sueños imposibles de paz y
convivencia. Occidente celebra la guerra con fuegos artificiales y todo por un
loco que trae de calle al mundo.
Pero no
hay culpas, no existen los culpables; el parámetro de lo evitable se diluye,
las medidas son otras; la necesariedad, la destrucción, la confrontación
unánime por desterrar de la vida a millones de seres sin compromisos, ni
ideologías, con solo hambre y malestar. Y nos llega el asco, la vergüenza, la
falta de sensatez, la miseria, aunque aquí nos lavemos las manos y los ojos
después de apretar el gatillo a nuestra manera. Nos haremos miles de preguntas
sin responderlas porque el poder sabrá hacer las cosas y le damos confianza y
conformismo, le otorgamos el beneficio de la duda. Y luego decimos “ellos allá,
nosotros no podemos y además estamos así más tranquilos”. Y nadie nos pedirá
responsabilidades. Perfecto.
Y yo
que venía hoy arropado y cómodo a este mirador a observar la vida de afuera,
quería hablar de cine, del cine que vive Huelva, de las excelencias, del arte y
¡miren lo que me ha salido!.
Ramón Llanes 19-11-01.
Publicado con Cadena SER con respecto a la barbarie de Afganistán.
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