VOTAR BELLEZA
Cuando de nuevo sea el examen de la urna,
un suspiro de alivio más por la intención de acertar que por el deber de
cumplir. Nadie votará candidatos que hayan prometido desempleo, sequía,
insolidaridad, intolerancia, desfachatez, corrupción o que se hayan entregado
ahora para esconderse después; nadie votará reglas, imposiciones, soberbias o
dogmas. Estaremos entre la mayoría que votaremos intenciones, ideas,
compromisos y honestidad. Si todo dependiera de los candidatos votaríamos
sorpresas; si votamos ideario nada nos alejará de nosotros mismos; si votamos
voluntad nos conformamos; si votamos utopías seguiremos soñando.
Nos queda la opción de votar belleza.
Votar, sin rubor, agua, paz, sueños, felicidad, acequias, amistad, solidaridad,
afecto, logros, sosiego, templanza, pasiones, verdad, conocimiento, armonía.
Aún así las urnas se llenarán de ilusiones que no se entretengan en la tenencia
de más de lo tenido, más bien accedan a conseguir el alcance de lo posible de
ser, en lo humano, en lo natural, en lo ético. En el estado de bienestar sobran
alfileres, tarjetas de crédito, coches, hipotecas y luchas. En nosotros también
sobra de todo, incluso la obligación de comer en el pesebre impuesto, y nos
faltan agallas para que nadie nos mande en el pudor, la mirada, el tiempo o el
hambre. Nos quedan la voluntad y la belleza.
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