EL
CAMINO ERES TÚ
No
me hables de la paz.
Háblame
del jilguero
que
anida entre azahares,
del
titilar de las estrellas
en
una noche agostada
de
alberca y rastrojo,
del
olor a tomillo y lavanda
que
persigue tus pasos,
de
esos violinistas locos
que,
en su porfía, amenizan
tu
duermevela bajo la parra,
del
recodo del arroyo
donde
el agua
cuenta
chismes de otras tierras.
No
me hables de la paz.
Háblame
de ese tango
que
aún tienes pendiente,
de
que estás seguro
que
la risa no tiene medida
y
es, a la vez, lanza y escudo,
de
que te suena que "odio"
es
una letra de un alfabeto olvidado.
Háblame
de
todo cuanto te hace dibujar
pequeños
cráteres
en
la finísima arena de los sentimientos,
y
de cómo sientes
que
se te aviva la maldita úlcera
ante
la mirada asimétrica y espectral del horro.
No
me hables de la paz.
Háblame
del poeta
que
quema versos sin destino
con
palabras cálidas
que
hielan el alma,
de
esa mano temblorosa, fría,
surqueada
por el tiempo,
que
te ofrece una taza de café,
mientras
en sus labios
se
balancea orgulloso
el
común más umbilical.
No,
no me hables de la paz.
Si
en verdad quieres
que
arroje el fondo del río
a
los dientes de una llave
y
que, sin migas de pan
en
los bolsillos,
te
siga ciegamente...
no
me hables de la paz,
muéstramela
en ti.
Juanjo
Luna
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