No nos robéis las cartas de amor
La insensible guadaña de los mercados, mirando solo la rentabilidad
de las inversiones, llega indignamente a los lugares de culto, allá donde
se premia el vivir y donde algunos seres se consuelan de las inclemencias padecidas. Santa Ana la Real no es un pueblo de ricos- es su defecto-, no tiene metro ni corteinglés ni mercadonas pero tiene vida; una
vida posible y otra vida vivida; y la vida le implica pasiones y las
pasiones amores y los amores siempre implican emociones. Pero los
gregarios de la latitud norte, que se visten de limpio y oscura tonalidad
a diario, saben más de las necesidades de estos habitantes que incluso
ellos mismos y van y les quitan el servicio de correos porque es un gasto
inútil y superfluo y porque estos seres viven en un sitio alejado y que
"para qué quieren recibir cartas".
A Santa Ana la Real (que ya solo por el apellido debería ser tenida
en cuenta con más honor- si acaso tal apellido les da honor-), no llegarán
las cartas de amor -lo dicen ellos al revindicar su derecho- porque al
mandamás de turno no le sale de las narices y se pasa por el arco del triunfo la insensibilidad de un pueblo. Y es lícito y no es ni venganza ni
violencia ni terrorismo, viene avalada la decisión por los protocolos de
mercadería en la lista de rentabilidades, y eso es como el dogma de la
verdad. Y estos ciudadanos tan o más dignos que los de otros pueblos
y con los mismos derechos que otros ciudadanos perderán su derecho a
cartearse o a recibir aprisa las noticias de sus intereses personales.
Pero a ellos no les quitan los impuestos y los depredadores de la
demagogia vendrán pronto a insultarles la memoria y les obligarán a
votar por el bien de la comunidad y les pintarán la cara de mofa y se irán
sin un ápice de sonrojo y en Santa Ana quedarán los buzones vacíos de
cumplimientos o si acaso les pondrán una farola a cambio de las cartas,
aduciendo que "ya para qué, sin con internet todo se arregla". Y Santa
Ana devolverá el favor -a buen seguro- sin hacer dejación de sus
deberes. Y a otra cosa.
Ramón Llanes. (EL CAJÓN DEL SASTRE)
23 Febrero 2014
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