BOCETO
DEL ENCANTO. (II).
Encanto
es el espejo, la mirada. Encanto, considerar
la
paz ofrecida en el respeto, sorprenderse de los azules
pensamientos
de un niño. El nombre, las palabras,
el
corazón de un amante en sus deshoras, encanto
vaciar
la boca de besos, repasar la memoria,
andar
con nobleza por los sitios todos del amor
y
acariciar con sentido la piel deseada.
Encanto
debe ser esperar que la tarde traiga
coraje
y encuentro. O la sorpresa o el sueño
contagiado
o una guitarra sonando a melancolía.
A
veces, el error, otras veces el desengaño,
siempre,
la mejor noticia, siempre, empezar.
Perder
todo el tiempo para ganarte un segundo
y
saber dónde me estarás pensando.
Es
encanto, quizá todo el encanto, escribirte
cualquier
momento de agosto desde la certeza
que
estimula un sentimiento de anhelo.
Y,
encanto, comprenderme loco y poseer
la
conciencia exacta para resumirte
en
un poema, una vida creyéndome tenido
en
un abrazo tuyo. Y desvanecerme.
RAMÓN LLANES
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