YA
QUE HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ
Desconocemos
qué número tenemos en la lista del mundo y si pueden premiarnos o
ejecutarnos en cualquier momento cuando a alguien mandón se le
empine el bigote; incluso desconocemos la relevancia y notoriedad que
hemos alcanzado en la tribu o en la estirpe, y por desconocer
desconocemos con exactitud nuestro primigenio origen de vida. Así
las cosas, en mi discurrir de este día, considero que ya que hemos
llegado hasta aquí no es faena ética recoger bártulos, cerrar los
ojos y volver a empezar o cruzar la orilla hacia el páramo desierto;
y tampoco promocionar la destrucción de lo hecho, salvo perrerías y
felonías de nula garantía para el engranaje humanitario que
soñamos. Creo que buscando rebeldía en los bolsillos, socavando en
la memoria y siguiendo otros modelos de anteriores pobladores, nos
deberíamos comprometer a intentar encalar las paredes del mundo.
Nadie
somos y nadie seremos en la gresca o en la serenidad, en la guerra o
en el miedo, pero sí nos entendemos desde el espíritu de la
constancia y la limpieza como miembros de la misma colmena. Una vez
limpias las paredes del mundo -o al mismo tiempo- tocará acicalarnos
y emprender la misión de seguir andando los caminos, un paso, otro
paso, un horizonte, un empuje, una solución, un avance. Algo debemos
hacer.
Cuando
miremos atrás, estarán solo los árboles, quietos, mirándonos
partir, agradeciéndonos la colaboración y quedarán otros ojos con
lección y ansiedad que se consentirán con nuestro tajo. No tengo
aún la estadística de logros precedentes pero casi lo más loable
que me concierne en el halago tiene clara referencia a que pertenezco
a alguna célula que me fertilizó los deseos de búsqueda de una
singladura más limpia y menos cómoda que condujera a conseguir
algo, -un paso más, una huella, un verso, algo- para mí-para
nosotros- o para quienes hereden nuestras actitudes.
RAMÓN
LLANES. 31.8.2013. (publicado en digitalextremadura.com)
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