EL
CONSTANTE EJERCICIO DE LA IDENTIDAD.
Viene
a propósito del día de Extremadura, que nos trae no pocas
reflexiones sobre el contenido de la identidad personal y colectiva y
sobre su ejercicio constante antes y después del ocho de septiembre.
Todos los extremeños sienten en las entrañas el orgullo genético
de serlo, todos se aferran al lugar de nacimiento o vivencia como una
filosofía de desarrollo en los acontecimientos mundanos y emotivos
que precisan de pronunciamiento sobre identidad. Nadie se atreverá a
recriminar defectos a la tierra madre. El deber consiste en la
defensa cotidiana de la marca, del éxtasis primigenio, del mandato
no escrito que convierte en nuestro interior a nuestra tierra como la
más amada. No importa que sea grande o bella o acogedora, es,
sencillamente, la nuestra y con ella transitamos la vida sin
despegarnos ni desposeernos del sentimiento de vanagloria.
Estos
principios de defensa, halago y devoción, no se queman en un
resuello de ironía ni se pierden en un olvido cualquiera, la fuerte
trama de “ser” conlleva una dosis inequívoca e insaciable de
aceptación.
Sucede,
a veces, que la identidad se convierte en un vicio y que el ejercicio
de esa posición identitaria no es constante. Se observan dejaciones
colectivas de los valores que ofenden a la tierra. El concepto se
confunde con la posición económica o política, se equivoca la
vocación, se difumina esa identidad de cada cual a base de fracasos
de un grosor inferior al respeto. No es importante, en este entender,
que los vientos vayan o se queden, que las elecciones se pierdan o se
ganen, que el empleo sea un proscrito, no importa; importa la lealtad
colectiva a la identidad, siempre, dentro de todos los signos, de
todos los parámetros, dentro incluso de los propios gustos de
elección personal. La identidad es la clave del espacio amoroso de
un pueblo, de una comunidad, de un país, incluso de un hogar. Ser
extremeño, ahora, habrá de tener la misma longitud emocional que al
cabo de dos días, tres lunas, cuatro edificios, dos fracasos, una
victoria, una generación o tres mil hombres.
RAMÓN
LLANES 8.9.2013.
(publicado en digitalextremadura.com)
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