UN HOMBRE SOLO.
Distinguimos a las personas por su vestuario, su forma de
andar, su carácter, sus costumbres y sus identidades y con ello también por sus
amistades y por los sitios que frecuentan. No le observamos la mayor de las
veces su tristeza y menos aún su soledad. Un hombre solo suele ser un humano
sin amigos y sin protagonismo, una mujer sola es sospechosa de algo. Pero ni
uno ni otro lleva culpa alguna sobre su conciencia, son sencillamente seres
metidos en su consentimiento donde suelen estar felizmente encontrados.
Nuestra sociedad crea muchas soledades
para luego apartarlas del sistema. Que la soledad no es bien aceptada está en
todos los cánones, que la soledad es mal vista, todos lo sabemos, pero siempre
tenemos alguna soledad a manos que intentamos ocultar por “el qué dirán”.
Pues yo reivindico mi soledad y
reivindico la parte de soledad que corresponde a cada uno para hacerla notable
e importante, para dotarla de notoriedad. La soledad tiene sus causas y su
provecho, su razón de ser y su valentía.
-Me acerqué porque estabas solo y
tenía necesidad de comentarte que he perdido aquel gran amor de mi vida y te
pido me ayudes a soportar la soledad que tanto me agobia.
-Compréndela, amigo, compréndela.
Al cabo de la calle, hombre con
carencias. No es la carencia motivo exclusivo de la soledad, que a veces la
saciedad también la produce y a veces es tan positiva como la misma alegría.
Ramón Llanes.
EMITIDO EN CADENA SER-HUELVA EN 10.12.01.
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