ACABO
DE LLEGAR
Si
alguien acabara de llegar no conocería esta absurda imitación de la
vida. Me gustaría decir que no he llegado. O diré que sobra mundo.
Por qué?, quién ha estropeado esto?. Ayer, atrás años, la utopía
que nos dominaba se concebía desde el deber de dejar para los
descendientes un hábitat bien dispuesto, consolidado, ordenado y
bien dirigido; hoy, ahora, en este momento de esta historia, el deber
ha quedado en undécimo plano; prima la ansiosa consigna de intentar
que la miseria no se coma las piedras, que será lo último que pueda
comerse.
Si
alguien acabara de llegar se taparía los ojos. Mismo nuestros
abuelos, que se fueron con la idea de dejar un mundo en inicios de
tecnología y adelantos, mismo ellos, si llegaran a esta páramo,
volverían a morir de pesadumbre. Les parecería el fracaso de la
civilización. Lo encontrarían inhumano, perdido, podrido, arcaico,
prepotente, imbécil. Un mundo hecho en un paréntesis del
capitalismo donde el dominio procede de un capitán avaro, sin
conocimientos de valores, sin entender las reglas de la ética, la
razón y la solidaridad.
Si
les sorprendiera de nuevo la vida, en un estado de consciencia,
convendrían dejar el arreglo por imposible. A bien que nos vieran
conspirando con la idea de la felicidad, se reirían de nuestra
inmadurez.
Y
nosotros, obstinados en este declive, sin prestarle atención a la
“sin vergüenza” en la que nos dormimos, hacemos como que
cumplimos nuestro ciclo vital y cerramos no sé cuántas modalidades
de disciplinas y valores para desentendernos de pensar, ocupar el
sillón en el salón o en el suburbio y destilar, antes de dormir,
-con la fórmula impuesta- la peor de la parte de nuestra conciencia,
que otrora se distinguiera por tontear con la excelencia de todas las
artes y de todos los artilugios de la verdad.
Hemos
perdido, lo sabemos, pero seguimos aferrados al deshonor y a la
indecencia humana antes que promocionar una rebeldía.
Ramón
Llanes. 27.10.2013.
Publicado en digitalextremadura.com
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