UN VIAJE A HUELVA
¿Qué haré
cuando las campanas me adviertan que he cumplido esta jornada?, ¿qué haré con
tanto tiempo por delante?. Me quedaré en Huelva, lo he pensado bien. Andaré los
espacios libres o los rincones poblados de la Sierra con sus colores de
castaños, su olor a setas, su embriaguez de belleza, sus sorprendentes
paisajes. O andaré la playa quieta de la Costa viendo cómo se niega el sol a
marcharse por la cercana lejanía del Algarbe. O estaré curioseando los lagares
que preparan el vino en las bodegas altas y silenciosas del Condado. O tal vez
recorra a pié de cámara ese Andévalo de rizos y minas, de tranquilidad y
reposo, de ermitas y caballos.
O por la
Campiña, comprender las tradiciones de sus pueblos, acercarme a sus dólmenes,
degustar sus placeres. Iré y vendré en viaje imaginario todos los lugares que
me afectan. Empezaré y acabaré en esta Huelva sencilla y cálida, paseando la
mañana con el sol de frente, la ría constante y por la tarde esperar que la
luna llena de octubre me refleje la cara romántica de toda mi tierra.
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