GENTE LINDA
A un
aventurero que recorrió el mundo de manera casi precaria le
preguntaron qué paisaje le sorprendió más y cuál fue la mayor de
las emociones sentidas. Las gentes son lo mejor del mundo –dijo-. Y
luego añadió las ayudas recibidas, las sensaciones compartidas, las
sonrisas de los menos favorecidos. No encontró caníbales, gentes de
mal, perniciosos, malvados, miserables; encontró amabilidad,
humanidad, afecto.
El mundo
del aventurero es más extenso y amplio, nosotros discurrimos en un
entorno pequeño y conocido, las personas que nos cruzamos pertenecen
a nuestro magma de vida, somos los mismos seres con distintas casas
pero ¡cuánta gente linda tiene nuestro pequeño mundo!, ¡cuánta
mujer entregada, cuánto hombre incansable, cuánto niño alegre!.
Bien pensado y bien valorado, el ser humano de nuestra cercanía es
el más excelente patrimonio del que podemos gozar. El don preciado
que complementa nuestra dignidad; ¡qué hacer sin él!.
Los pueblos
están repletos de complicidades, siempre existe alguien para
consolar un desencanto, otro alguien para comprender un dolor, otro
alguien para un aliento. La conciencia de estos seres imprescindibles
no tiene parámetros ni niveles de exactitud, actúa con el impulso
de los sentimientos y acude a una llamada no escrita de la ética. La
gente linda mantiene el paisaje y consolida el amor.
La parte
más íntima de nuestra individualidad se alimenta –puede parecer-
de autoestímulos personales pero siempre precisa de un empuje común
que solo la colectividad aporta. Y la predisposición del ser como
único y como colectivo es suficiente para diseñar, consolidar y
restaurar todo lo que concierne al universo de las emociones y cumple
a la perfección su función solidaria y reparadora. Gente linda.
Ramón
Llanes. 25.10.2013.
Publicado en huelvabuenasnoticias.com
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