NO FUERON LO
PENSADO
Acudirán
presuntos reyes de Oriente a colmar de bienes a un llamado Mesías
que el tiempo y los programas divulgativos de una recién nacida
religión convirtieron en salvador de un mundo impoluto e infiel,
-hasta la saciedad condenado por pecador (que desde antes de la
nacencia ya lo fuera)- por la conveniencia de ensalzamiento a quien
viniera como dios a un lugar de desechos también llamado tierra; sus
habitantes debieron ser la más personificada maldad para que un
extraño se autodesignara la solución del problema, marcando una
nueva pauta de vida.
La doctrina
constituía, según los textos que la anuncian, el deber de amar y
ser amado. No es posible entender, dos mil trece años después, que
fuere enseñanza novedosa, que nadie antes de la llegada del llamado
Mesías hubiese amado y se hubiese movido por los aledaños de la
bondad. O acaso solo los 12 elegidos como apóstoles sí tuviesen el
logos impreso en la corriente y diaria actitud de la época.
Han
sucedido muchas cosas, la humanidad ha concedido credibilidad general
a lo contado, la legión de adeptos es inmensa, casi incontable, los
credos siguen teniendo su vigencia, merced a la estrategia no
tangible de la fe, el cosmos se ha desenvuelto como un galimatías de
causas, odios, amor, luchas, venganzas, con defectuosa evolución en
las actitudes hacia aquel eslogan del salvador que pronosticara un
paraíso. Sencillamente, no fueron lo pensado; ni doctrinas ni credos
ni consignas ni mesías prometido, ni todo el refrendado sahumerio
institucional han conseguido modificar el sentido a la inercia de los
códigos que establecen los mundos donde se juegan la vida en las
soledades y en las indigencias millones de bocas que olvidaron
masticar. La tarea se presentó más complicada y el sistema no fue
el adecuado.
Con la
Navidad, el recuerdo a la gloria pasada y a las caducas glosas de la
verdad, son apariencias aceptadas pero nunca creídas, y el vulgo no
premiado por las liturgias del agua bendita, se limita a concederse
una tregua en la miseria y sonríe y ama como si así se pudiera
conseguir un minuto, solo un minuto de felicidad. Es eso.
Ramón
Llanes 22.12.13.
Publicado hoy en digitalextremadura.com
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