MALACATE
Cuánto
pensamiento
para
alcanzar apenas la monstruosidad del malacate,
con
sus greñas de hierro y su poderío,
cuánto
deber cumplido,
cuánta
orden para cercenar los miedos
que
se encendían con el humillo negro del asedio,
cuánta
agonía de mugre y bienestar,
sonando
a creencia de la corta,
inspirando
un progreso apetecido y veraz,
cuánta
labor engarzada a los golpes exactos del martillo.
En
el aire, cada llegada era un gozo abierto,
en
el piso catorce cada subida era un jornal
que
se estrechaba entre las manos
y
los ojos del hombre, mineral puro,
merecían
su brillo y acaso su lágrima.
Que
arriba del malacate
esperaban
los premios: la mujer, la madre, los hijos,
un
cofre hecho entre sonrisas
que
colmaba el esfuerzo.
Ramón
Llanes. (MINERALOGÍA DEL ALMA)
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