EL ÁRBOL DE LOS ENAMORADOS

-Adamuz Santos, Rafael.
Granada y Huelva

EL ÁRBOL DE LOS ENAMORADOS

En Corrales, donde los metales preciosos pasaron siempre de largo
por un filo verde de marisma hasta su despedida final en el océano,
el árbol de los enamorados, sí, qué cosas, de los enamorados,
sobrevivió alto y robusto a la decadencia minera y al boom inmobiliario.
Pasado ya el time-lapse de un cambio de siglo, aquí permanece,
profundas sus raíces al inicio del camino que se adentraba
en las huertas bordeadas de chumberas
convertido ya en carril bici que serpentea por campos de golf
y urbanizaciones hasta morir en la travesía urbana.
Nadie osó talar el tronco que se hunde en la tierra con la misma solidez que el malacate.
Ningún viento tumbó sus ramas ni hubo plaga o producto químico que lo hiciera enfermar.
Aquí sigue.
Desapercibido, sí.
Olvidado, sí.
Viejo, claro.
Pero continúa, ajenos los senderistas y los runners y los ciclistas,
invisible a nuestro paso y al de nuestros hijos.
Si supieran ellos y nosotros que bajo su sombra,
sentados en un banquito de madera, los hombres y mujeres que poblaron esta tierra
se miraron de repente con ojos abiertos y encendidos,
entrelazaron por vez primera los dedos de sus manos,
se susurraron al oído promesas inconfesables.
Si supieran que ante él se cruzaron los besos más turbadores, los primeros.
Si supieran lo que significaba entonces responder sí quiero rodeados de sus hojas perennes.
Si supieran que a sus pies forjaron el futuro del lugar que ahora pisan,
que pisamos.

De la Antología. HUELVA ES VERSO.