EN
EL ATARDECER DE LA VIDA
A
mi compadre Carlos Gálvez
en
el ritual de su júbilo.
No
se te atardecieron los sueños ni la voluntad
ni
se te atardecieron las esperanzas,
acaso
atardeció en tus manos una ansiedad impresa
en
deseos para deslizar la ternura a otro horizonte,
acaso
para mirar desde otro balcón la vida
o
acaso para escribirla con la física de la palabra
olvidando
la química innata que tú meritaje medicinal te diera.
Has
escogido tiempo calmo
para
tus tareas de cuadernos,
para
tus ensimismaciones de hombre,
para
tus novelas pensadas.
Has
limitado ahora un tiempo febril
para
abrirle pasión a tus pensamientos y escritos.
Es
todo los mismo, compadre;
de
curar vienes y a curar te empeñas.
Con
palabras medicabas y con medicamentos escribirás.
Las
recetas son manifiestos del hombre
y
las palabras son el mismo hombre en un manifiesto.
Para
esos sueños infinitos de ahora,
esos
que han perdido la mordaza y el compromiso,
para
esos sueños nativos, de tí, de siempre,
para
esos sueños, el amor te pedirá presencia,
irás
de una soledad a un solsticio
con
las manos repletas de apretones
y
seguirás comprendiendo a quien disimula
que
la fuerza es una consecuencia de la voluntad.
Acaso
no atardece en tus ojos
ni
tus gritos han cerrado con la última estrofa,
acaso
ahora el escenario tiene dos partes,
aquella
para el mar, esta para la tierra,
y
acaso tú andarás, como siempre de río en río
nadando
al placer de tus exigencias
y
dejando la huella nítida de tu bondad en cada tramo.
Acaso
en tu vida, de nuevo, amanece.
Seas
bien hallado en la primera página
como
reconocido fuiste en la primera vida
que
a salvarla te entregaste.
Y
gracias, compadre Carlos, por estar en la canción de amigos
que
toca siempre mi guitarra en las tardes de desvelos
y
en las noches emocionadas de amistad.
Gracias
por ser un emblema de eterna fidelidad,
constante
comprensión y vieja armonía.
Y
ahora, suelta las riendas largas de tu imaginación,
distribuye
a tu antojo la conciencia
y
hazle huecos al tiempo para que soporte tus empujones
en
la escritura y te aumente la felicidad
hasta
más allá de cuanto le solicites.
Ramón
Llanes.
14
de abril de 2013.
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