Devoluciones
El sol se ha vaciado por el Algarve; ha devuelto a la noche su mucho
de sombra, su piquete de asedio y su sinceridad; ha sucumbido la mar
en un soporífero aliento de rabias, ha disecado sus luces en la tarima
blanca que le deja la espuma, aflora con nostalgia y devuelve rizo a rizo
el oleaje viral que la tiene enganchada a su cosmos. La mar también ha
devuelto las zarzas arrastradas, los palos tiesos y las bridas rotas; la mar
devuelve todo cuanto no le pertenece, lo manda a la tierra o al aire con
la misma solemnidad que le llegó, con el mismo respeto.
De la tierra han salido a la luz las gramas fértiles, los topillos y las
semillas caídas luego de fecundarlas en el subsuelo propio. Ha devuelto la tierra a la mar y al aire los esfuerzos, la maldad incrustada y el nacido esperma; se elevaron las copas abiertas de los árboles como hermanos perennes de la tierra a ratificar que son ellos quienes dan el olor,
las hojas, la altura y los sabores; quienes resuelven los atajos y marcan
los caminos, quienes permanecen intactos al tiempo y a la madre tierra.
De ella misma en agradecimiento natural se distribuyen las devoluciones, nada se queda la tierra.
De la conmiseración del aire son los cantos que arengan las tardes de
lluvia, las soledades que suben línea arriba las cornisas del silencio, las
voces sobradas que se lucen en la escalada de estragos, secretos, virtuosidad, vida, y el aire recepciona en tumulto los bienes y a poco que se
mueva va devolviendo en regalos a sus sitios tales dádivas; el aire no se
apropia de aquello que no es suyo.
En cada plácido andén juegan los niños a buscarse y antes de
hundirse la luz o de encenderse la noche se miran ajustando sus deseos
a la trivialidad de los días, se agazapan en un abrazo y se devuelven la
sonrisa envuelta en amistad grande. Y accede la paz a restregarse por la
explanada, sin apenas una voz alta ni un reproche, mismo como la naturalidad del tiempo.
Ramón Llanes. (el CAJÓN DEL SASTRE).
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