RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 15 de abril de 2024

CONFIDENCIAL

 CONFIDENCIAL

 

Escribir requiere adecuar el pulso a la memoria, invertir en arrojo y sacarle al placer su máxima clarividencia. Se hace el preámbulo y se mascan las palabras antes de anotarlas en la pantalla puntual que dispone el sistema; se merodea por la suerte de los adjetivos para que estén dispuestos a la menor inspiración, luego se inicia el grito con la fuerza de un parto, se escogen los artículos y se comparte tiempo con sabiduría un largo rato hasta que la plana quede exquisitamente acabada y logre arrancar al autor una sonrisa de complacencia.

Una vez en el aire las ondas insonoras se encargan de publicitar lo escrito sin tocar un ápice la línea sostenida, el verbo subjuntivo, la coma separadora, el fondo adverso o las esdrújulas acertadas; de letra a letra podrá, quien se empeñe, encontrar su reflejo o su apariencia; de palabra a palabra, con la solución aritmética de la sintaxis, los conceptos expresarán el mundo que el autor planteó, sus teorías sobre la vanidad o sus creencias insólitas sobre la ínsita posibilidad de la muerte. Todo lo escrito convirtió el blanco virtual en un texto vivo, dejó de existir en la memoria y se plasmó en una realidad con cualidad y capacidad para generar pasiones, odios o simplemente pensamientos. Las palabras tienen esa utilidad, están para adormecer, despertar o volar; están para expresar colores, explicar un dolor o maldecir un sueño; la palabra seduce, corrompe y libera.

En la última noche estaban las sombras puestas en la ventana, como imaginando un perfil de teatro, con su figura de luna y sus muchas estrellas, cuando sonó el teclado desde la suavidad del silencio, escribiendo con pausa de ternura una reflexión confidencial sobre cómo se buscan en el otero de la imaginación las sensaciones y sobre cómo siempre ayuda la tenacidad en la tarea, cuando entendió que no salió el texto pretendido sino un pasaje más o menos lógico de cómo es, en general, la vida. Y al poco llegaron las primeras luces empujando a las sombras y quebrando una parte de lo pensado que, curiosamente, también se parecía, en general, a la vida.

 

Ramón Llanes

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