A PROPÓSITO DE LOS POETAS
Los poetas escriben versos todos los días, de todos los años, y están pendientes del movimiento de las hojas y de los cambios de luna, se hacen los locos porque es una pandemia que fortalece el sentido común, vagan con las respuestas en los bolsillos y el desaliño de inconformidad en media cara, intuyen los terremotos, el parto de las ovejas y la soledad de los enfermos. Y no saben si sube o baja la Bolsa, si caen los ministros o si ascienden los trepas; los poetas ignoran los protocolos y solo usan las cuentas para construir un soneto; son tan extraños los poetas que se inventan más versos en tiempos de crisis como antídotos y bálsamos a la frecuencia constante de la fatalidad.
Los poetas escriben manifiestos todos los días y los mandan al aire y los leen en los campos de tristeza y se solidarizan con el dolor y lanzan granadas de metáforas contra las paredes humanas derruidas por los hombres; y no escriben de modas ni de tanques ni de recortes ni de intereses. Los poetas escriben de cansancio y de silencios y de penas y de saltos a la nada y de compasión y de solsticios.
Los poetas se pasan la vida haciendo de la vida un verso, pensando la vida en verso y formando versos en la vida. Los poetas son los culpables de la admiración hacia la luz, del estado romántico de la luna y de la descripción de un beso; están en las mantas de lumbre y en las caricias. Estos poetas que caminan tristes vendiendo la parte de verdad de los sueños y comprando la parte soñada de la realidad, han invadido los mundos con sus lemas amorosos, se han hecho dueños del universo de los sentidos, han copado todos los atardeceres, todas las sombras, todo el contenido de las cosas desveladas y se han creado un cuaderno de felicidades para los merecedores de la paz. Y son quienes mantienen en lo más alto el sentimiento, a base de versos.
Ramón Llanes
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