PRESENTACIÓN DE TROZOS DE VIDA
Estos poemas son como un recorrido por la vida cotidiana, con
un lenguaje poético que parece proceder de esa voluntad que tienen los poetas
para nacer cada vez que amanece.
Con esta definición introduce la prologuista Joaqui Pérez
Calero al poeta en esta geografía de la razón lírica; pronostica que el poeta
posee un don alentador llamado voluntad para ser capaz de nacer cada vez que
amanece. Y es así, la poesía hace que las cosas que no existen nazcan al
espacio de los sentidos y se jueguen la vida en el hacedor poema que inventa la
emisión del latir.
El poeta ha cortado una rama, ha cantado a un árbol, ha
cursado ejercicios de ternuras con la piel y todo lo ha hecho con respeto, con
un tono de mezcolanza con la naturaleza, con una dosis magna de complicidad; se
ha comprometido con lo humilde, ha bajado de la grandilocuencia que podría
otorgarle el rango de escribir para poner las manos sobre otras manos y para
acariciar su universo. Y todo, todo, porque Me obsesiona la comunicación, el
tú a tú, la mano tendida, la silla baja, el susurro y el encuentro en la
amistad. Lo dice así en uno de sus poemas, ese encuentro con la amistad,
como si su obsesión fuera incómoda y tratara de superarla a base de entregas de
silla baja y de susurros. Lo dice él porque lo siente y sé que no es un
sentimiento nuevo que haya aprendido en esta semblanza de sí mismo, el poeta es
así desde siempre, solo que es ahora cuando se atreve a memorarlo; es tímido,
no se cargó de palabrerías ni de valor para asfaltar las páginas, solo quiso
enseñar su cajón escondido, su liturgia, con todos los rasgos de emociones que
a él mismo le han proporcionado, desea compartir porque lo vivido en su
silencio le parece compartible.
Pero este poemario son Trozos de Vida y el poeta no se queda
en sacar su traje y tratar de airearlo, hace una secuencia concreta de su
sutilidad porque tiene otra misión más sublime, quizá la segunda parte de su proyecto
y lo describe en estos versos: Sabed, que mi búsqueda está en encontrar el
cauce de la palabra, de la comunicación. Y a ello dedica la vida
versificada que con dignidad y empatía trata de mostrar. Encontrar el cauce de
la palabra y acompañarla y seguirla y llegar a la culminación ética de toda
palabra que es utilizarla con deleite para comunicarse con los demás y con el
cosmos, y entenderse siendo uno más de esa sociedad. Y el poeta quiere
descubrir sus códigos de navegación, navegante en su marejada, dice, y
continúa sus descripciones íntimas como quien echa de comer a los pájaros en el
jardín, con esa naturalidad que los vencejos pueblan la tarde; ya están
formados los pilares de sus Trozos pero su proyecto va más allá, también
pretende que los otros se impliquen con él en esta aventura de cambiar la tribu
y viene a proponer una súplica: A todos, os pido que no faltéis a la cita de
este manifiesto, os pido acogida, posada. ¡Qué desfachatez!, no se conforma
con llegar y mirarnos con afecto y arrancarnos una emoción, ahora se atreve a
meternos en su saco que a modo de manifiesto ha construido para librar al mundo
de aquello que él entiende como nocivo y quiere que le acojamos en nuestra
posada porque dice que El hambre nos la tenemos que comer juntos, y los
pájaros tristes nos darán su gran compañía. ¡Otra osadía!. Nos asusta con
alimentarnos de hambre y esto poéticamente es bello pero la amistad a la que
aludió al principio se aparta de este extraño proceder. Y proclama que los
pájaros tristes nos darán su gran compañía, en un intento de conformarnos y
alentarnos para sobrevivir en el empeño.
Hay más, los versos no acaban en un renglón más o menos
largo, los versos tienen continuidad en el mensaje y pensamiento en cada
palabra. Y lo consigue, sabe de implicaciones humanas, sabe a quién dirige su
ejercicio de poeta y sabe que ha plantado en buen lugar sus semillas. Tiene un
halago para los suyos, pone actitud de acompañante a quienes van a seguirle en
la epopeya del cambio, su proyecto tiene infinidad de sorpresas y no puede
dejar atrás a quienes le sobran y con idéntico respeto que a los amados,
advierte dulcemente: Otros os quedasteis en el camino, en la virginidad del
silencio, en el manifiesto nunca realizado. Parece un castigo a quienes se
olvidaron de sus Trozos de Vida para mejorar la existencia, pero solo es una
sinfonía en amor mayor que aparece al final de estos signos escritos que antes
fueron símbolos y después de vividos son un pentagrama de músicas para esa
parte del alma a veces no descubierta.
Ramón
Llanes. Huelva 17 abril 2024.
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