ADIÓS FANTASÍA
Empieza a importar qué se ha
elegido, no importan los adversarios ni el color de las banderas ni siquiera
importan los paradigmas de cada uno de ellos, lo que más me ha llamado la
atención es que se ha perdido la fantasía en la política; y al hilo de esta
obvia reflexión caigo en la cuenta que también en la vida se extinguió la
fantasía, la de la emoción, el entusiasmo, la naturalidad, la hombría, la
ética, la limpia sonrisa; a esta ganada fantasía me refiero. A la fantasía del
logro de los principios en favor de sectores acribillados por radicalismos que
interpretan el convivir como propiedad conseguida con medallas; la fantasía de
las alianzas y del perdón, de la universalidad de los derechos, la de las
impaciencias por la proyección y no por la regresión. Lo hemos hablado en el foro íntimo, tertulia
de pacíficos humanos que casi solo a conversar se juntan; y dijimos que no son
las cosas como antes, que parece todo de plástico, de falso postín, que nos
preocupamos más por pregonar lo que hacemos que por hacerlo, que estamos
volando a peores convicciones, siendo cierto que a los viejos cualquier tiempo
pasado nos parece mejor porque la nostalgia hace su seductor juego y fortalece
el pasado; que perjudica a la sociedad y a los sistemas la naturalización de
ideologías sin más sentimientos que el odio, el acoso y los impedimentos de la
gobernanza del contrario; a esas fantasías me refiero. Nos asediaron tanto que
sucumbimos pero la falta de avaricia nuestra, la poca rabia y la nula rebeldía
nos han hecho tragar un desencanto más que irá cada día a otra nueva hecatombe
del individualismo tan fácilmente como prender fuego o declarar una guerra.
Dice un amigo que el ser humano es el único sobrante en este universo. Quizá
sea verdad o quizá la propia virtualidad reedite fórmulas contra esta perversa
opción. Hay que continuar trabajando para recuperar algo tan necesario como la
grandeza de la fantasía.
Ramón
Llanes. 10.6.24
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