UNA QUERELLA
El sueño ha sido plácido, soñé con la lluvia y con los charcos; el sueño fue cálido porque soñé con el proyecto de vivir, de hacer, de enredar libros con papas aliñás y no sé por qué me levanté con un deseo irreprochable de querellarme con alguien por algo, contra estos de las guerras por ejemplo o contra quienes dejaron ayer morir de hambre a los pobres por culpa de la vida o quizá poner una querella a quienes contaron la historia como no fue, a quienes nos equivocaron tantas veces, a la ilimitación del poder que hemos otorgado a los elegidos a través de nuestros votos. Tengo una lista de causas que son motivo de querellas, que están produciendo expresiones de dolor y engendrando sentimientos de horror, que sabemos que producen discordias y pendencias, que sobran en nuestra tribu, pero los nombres no son ciertos, se mueven, se esconden, hoy son estos y mañana son una sociedad oculta, no encuentro contra quién interponer mi querella, no soy un iluminado, esta sería la primera vez que la pusiera y creo que me duele más que me emociona. Debo preguntar a quienes tienen experiencias en esto o dejar el asunto para nunca, al fin y al cabo mi conciencia no guarda rencor y desconoce el odio. Y entonces caigo en la cuenta que la costumbre de tanta querella en nuestra tribu quizá responda al exceso de soberbia o avaricia o rencor; no sé, me voy a mis versos a ver si cuando vuelva me encuentro con un panorama más concordante con nosotros que perseguimos lo pacífico.
Ramón Llanes 18.6.2024
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