Se acerca la luz con rabia y aleja las sombras de la tahona, prende tiempo en las cales, amedrenta los ocasos tan largos y se comporta de ocupa invulnerable. Es la ficción de la luz, para que el pulso de los vivos se acelere cuando la barrunte. Inercia o destino, que gubia y sembrados aceptan, como barranco y abejas asimilan. Presume el estío de bisturí para quejas, echa luz y empacha rebeldías; domina el espacio solo con la claridad y aligera la calma. Por el estío se trizan los espejos, se calientan ilusiones o se olvidan horizontes. Todo en uno, dejando caer la tristeza para la niebla, abrochando el botón de la nostalgia.
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