DE PALESTINA
A
nuestro occidental mundo nos llegan algunas de las ignominias que suceden en
Palestina merced a la intransigente actitud de Israel. Es un problema eterno,
nunca se han entendido y nunca querrán entenderse; los tiempos no parecen
acercar posturas y solo consiguen alterar más y más las posiciones entre unos y
otros. Aquí, los pocos versados en el conflicto, no conocemos la génesis del
problema a fondo como para opinar de una manera erudita pero nos encienden las
noticias con la sangre que día a día se derrama, nos ponen en un alerta de
miedo para que nos pronunciemos sobre esta guerra crónica. Nosotros no sabemos
qué hacer, no sabemos por dónde empezar, desconocemos la liturgia de esta
verdad; solo nos presentan masacres y atropellos de los más elementales
derechos humanos.
Desde
esta cima de mediano bienestar no somos ni medio capaces de comprender a
quienes sufren ni combatir a quienes ostentan la fuerza represora. Y nos
preguntamos con la frecuencia de los telediarios cuáles son nuestras tareas, a
dónde debemos acudir para ayudar a un final utópico de este malestar que tanto
muerto entierra; y nos queman en las manos las respuestas lógicas porque solo
avanzamos algo en producir solidaridad olvidando, quizá por impotencia, la
primigenia razón de tan horrendo fiasco, poco criminalizado, poco denunciado,
poco atendido, poco asumido. Recorren un miedo pegajoso las conciencias
mercadistas de los poderes de los países y la implicación se aleja por momentos
del horror y ocupan la mirada en cualquier simpleza que haga desaparecer el
golpe del deber.
Algo
más podríamos hacer desde esta privilegiada nube, algo desde las organizaciones
internacionales para la solución jurídica del asunto, algo más desde las
iglesias que tanto pecho sacan y que en tantos rezos mienten y algo más desde
las sociedades organizadas a través de no sé qué medios legales. Algo, algo
para desmantelar ese odio, para interesar una medianía de cordura -si es esto
lo que falta- o algo de imposición que impida la música del terror constante en
el aire de Palestina. Alguna solución habrá que no sea la destrucción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario