HA LLEGADO LA EDAD
El concepto edad suele ser causa frecuente de disimulo, nadie aparenta la que tiene delante de su espejo y cada cual se encarga de festejar la suya porque a pesar de seguir creciendo siempre se satisface sabiendo que los otros -los de su misma cuerda, estado, responsabilidad y sueños- siempre van a tener uno más y tal competición entraña placer egocéntrico. Si se mira hacia abajo cabe la posibilidad de pensar “pues yo te creía de mi edad” y tal argucia produce cierto dulce sabor al menos durante dos instantes. En las reuniones viene la edad al contexto, divaga a su gusto y casi que se cuenta por pastillas; luego se refieren los kilos, las horas de ejercicio físico, la dieta, las patologías superadas y alguna que otra milonga hasta que aparece el pensamiento crítico y comienza cada uno a sentirse mejor si no hubiera cumplido tan aprisa. Los humanos poseemos el don de ser felices con muy poquita cosa.
Ramón Llanes
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