DESPUÉS DE MAÑANA.
Has olvidado tu
horquilla en mi zapato,
las gafas de leer, la
pulsera y los besos, en la mesa de noche;
el libro de poemas
abierto por la página 27,
los recuerdos que no
existen más que en el recuerdo
y la mitad del precio
de soñar, has dejado;
y una bruma de
espacios sordos que turban y divierten mi emoción,
cuando no es ajena a
nosotros.
El vacío es una
estampa en el cuarto,
solo la percha guarda
tu olor a desnudo
y medio pendiente, en
el suelo de aquel olvido.
Habías gritado
libertad sin querer despertarme
y lo hiciste con
ternura despeinada de amor.
Aún me agobia el eco
de ayer,
me retumba en las
manos la indolencia que no se hizo cómplices
cuando se cerraban las
luces del espejo
y te mirabas la
sonrisa que te salía del alma sin haberla llamado,
eres así de
excepcional,
tal como te conocí.
Te hacías alegre y estabas triste,
antes y después del
último cumpleaños.
Luego cayó un reloj
que avisaba la hora del equipaje
y te llevaste otro
libro y tus medias y todo se transmutó en melancolía.
Pudimos hacerle todos
los guiños al dolor pero ya era mañana al advertirlo.
Es que sonaste a
ocaso,
allí detrás de la
puerta, sobre el rincón derecho.
Y, de pronto, ya no
estabas, ni estaba el eco ni el dolor,
ni la habitación ni
la ciudad, ni el olvido.
No estaba el futuro
llamándonos ni estaban las caricias en la sombra,
ni siquiera quedó la
armonía del mensaje.
Solos tú y yo, en la
culpa, en el placer.
Te quiero hablar, otra
vez, cuando te tenga.
¿Quisiste volver para
decirme: “después de mañana seguiremos amándonos”?.
Ramón Llanes.
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