EL DERRIBO DEL MIEDO
Las máquinas rugen ya
en el Lois aupadas por el clamor popular. Las informaciones de prensa
y radio retratan un contento generalizado en la población cercana e
incluso hasta políticos irreconciliables se intercambian parabienes.
Es el derribo del miedo; miedo a los fantasmas del antiguo hospital,
miedo a restablecer el deterioro, miedo a la repulsa social, miedo a
tener que imaginar otras opciones de utilidad. Un miedo inédito, que
empuja a destrozar por el mero hecho de ver caer un gigante herido
que a solo de una caja de aspirinas hubiera salvado dignamente su
existencia.
Ya dije en esta misma
columna meses atrás que salvando el Lois se salvaban espacios
preciosos para dotaciones culturales que vivificaran la ciudad en
aquello que más falta hace pero mi voz se quedó escrita en
renglones que fueron al olvido. Y ahora, que es tarde para
rectificar, refiero mi repulsa a los fantasmas que lo derriban.
Destrozar lo útil es derrochar sin sentido, tirar lo servible,
renunciar a las ideas de reciclaje; no es permisible en sociedades
avanzadas programas que se inspiren en romper despiadadamente aquello
que puede continuar sosteniéndose. Acaso pudo más el miedo a la
cordura cuando han de caerse las intolerancias, las marginaciones,
los maltratos y las guerras se enfila la rabia al triste hospital que
tantas heridas se lleva, sin culpa.
Ramón Llanes.
13-12-06.
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