2.-
¡Ay
amor!,
te
escribo versos para no decirte
que
me faltas,
para
no dolerte en pensamiento
la
distancia que me dejan
tan
distantes tus palabras.
Te
escribo sin que sepas
que
me arrastro por las letras
de
tu nombre,
y
las letras de tu nombre
me
descalzan
la
vergüenza de perderte, de sobrarte
de
caricias y alcanzarte
la
migaja que me enseñas de tu alma.
Te
escribo, esos versos
nunca
escritos en poemas
pero
tan escritos en el frente de tu cara,
allí
donde se juntan con tu boca
la
sonrisa más graciosa que soñara
y
los labios más sabrosos que en mis labios
se
besaran.
Te
escribo para decirte
que
el destierro
es
veneno que me amarga,
que
los versos que me salen
son
tan tristes como tristes los consejos
que
me hago cada noche
y
curarme de la llaga
tan
profunda que me deja
esa
herida de tener que acostumbrarme
a
perderme tu mirada.
Te
escribo para que sepas
que
han perdido mis deseos
y
ha ganado la distancia,
y
los pasos hacia ti ya se han perdido
en
la pena de alejarte
desde
el todo de mi vida
hasta
el frío desenlace de la nada.
Para
decirte, amor,
que
hasta he perdido
el
valor de mi constancia,
de
tanto padecer tanto silencio,
de
tanto andar descalzo
por
encima de las aguas
sin
una mano que fingiera ser un ángel,
un
ángel mismo de la guarda
y
fueras tú
que
me seguías,
y
a todas horas me llamabas,
porque
no por ti la lejanía
a
nosotros tristemente se acercaba
ni
por ti se nos perdían
los
caminos de los besos, ni las sendas
que
en nosotros, vivas como el aire,
en
nosotros se quedaban.
Te
escribo, estos versos que me hieren,
estos
versos que te mando
escritos
en el margen de una lágrima
para
que sepas
que
es a ti a quien me ordena el sentimiento
que
pregunte si me amas
y
si es así, que te reserves
el
sueño de tu vida
y
conmigo, donde quieras, lo compartas.
Es
amor,
aunque
los libros
digan
que es distancia.
Es
amor,
porque
te amo
y
no se escriben de otra forma
los
secretos que te dicta la conciencia
y
los versos
que
se escriben con el alma.
Rllanes
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