EL SÍNDROME DEL DESCANSO
Ha llegado inequívocamente el viernes
esperado. Para un crisol de tiempo, para una playa, para una romería, para un
beso. Ha llegado un viernes más de la vida para proyectar el sábado. Mañana
llegará el sábado de los sueños, se hará realidad casi sin esfuerzo, llegará
para que muchos despierten el alba, le pongan campanillas a la ilusión, se
encontrarán en otro lugar distinto al de siempre y copiarán el paisaje o la
experiencia con ganas de repetir.
Después, al otro día de mañana, llegará
el domingo coloreado en los almanaques y servirá para empezar a entender que
los fines de semana también se marchan sin esfuerzos, tal como vienen. Pero aún
es viernes esplendoroso de ritmo y ajetreos, aún nos queda la posibilidad de
cambiarlo, de compartirlo, de agrandarlo; basta con no pasar la página sin
dejar una raya verde en la fantasía.
Aún es tiempo de arreglar, es tiempo de
aprisionar esa transparente esperanza que nos trae un día. Irán al campo o a la
ciudad mientras el poeta se esconda para verte vestida de luz en tiempo de
romería.
rllanes.
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