OPERETA
EN SOL MAYOR PARA ANDALUCÍA
Suena
la luz en los espacios blancos, como una cántara que brinda un agua
de sosiego a los andariegos caminantes de una tierra roja de afectos,
como una soledad, suena la luz a ópera de trabajo y gallardía. Y
huele el tiempo un estallido de emociones que amansan un poco la
somnolencia de los días y convierten en pasión veintiocho veces la
libertad; canta la almáciga, reza a compás la copla, hablan los
sombreros; el aire ha puesto una cinta verde desde el mediterráneo
al atlántico y es la simbología de la complicidad.
Andalucía
se escribe en solfa, se mastica en pausas, se hace con los credos de
la verdad y se enseña al mundo como un traje de novia guardado en
los aranceles de la alcoba. Y se peina Andalucía con los soplos de
las jarcias y las ventoleras del sur, que saben de sentimientos y
proyectan una paz íntima sobre los corrales y las lontananzas.
De
acá, suelo de gérmenes, fantasía inventada, criterio, vientres
únicos, sonantas de emociones; de acá, luces indelebles,
permanencias de sueños, braceos de mar, de por acá son las
extremidades sonoras de la vida que se engarzan a la misma entraña
de los andaluces para que nunca se les pudra la alegoría de la
espontaneidad en el estar y se premie la alergia a las tristezas y a
los desencantos.
Hoy
se enamoran otra vez de Andalucía de ocho en ocho sus soldados de
patria que se mueren por ejercer de románticos en continua entrega a
los misterios de esta dignidad. Andalucía comprueba por suspiros su
inefable excelencia al través de las manos que la miman, de los ojos
que la defienden y del placer que le otorgan sus fanáticos
ciudadanos. Sea por ellos todo el sentimiento acumulado, toda la
perplejidad y todo el amor.
Ramón
Llanes. 27.2.2014.
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