ENTRE HORAS, ENTRE
VÍAS. En memoria de los
mártires del once de marzo de 2004 No estaba el reloj en su sitio
agónico, tocaban las horas como siempre en su lecho usual en la víaoxidada de la vida procurando registros de
encuentros. Entre horas las miradas tibias de
marzo se refugiaban en el andén, corrían por las vísceras ajenas
al complot de los sátrapas. Ellos se quedaron en el minutero
del tren dormidos a la fuerza sin emitir el comunicado de la
muerte; ellos perdieron, ellos perdieron, perdieron el grito acusador que hubieran emitido contra los
malvados que aún se pasean de vida en vida desmemoriados e indignos. Mientras, el olor a reproche no
es capaz de salpicar las conciencias de
los verdugos, no ha llegado al estómago
político del hombre causante; el hedor no gana esta batalla a
los miserables que urdieron su causa en una
guerra y trajeron al andén once la muerte como consecuencia y la nada como capricho. Ellos perdieron su voz y su
empeño, estos, a cambio, ganaron
prestigio y nosotros continuamos insomnes en la tierra del miedo, sin poder
ni agallas. Ramón Llanes
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