DE
SECANO.
Dedicado
a la mar, en tiempo de invierno
El
lugar es propicio, horas largas, sol empecinado, calor por fin,
mareas, arenas, un pinar salvaje y lo demás de la belleza, lo
natural, el agua, el yodo del mar, maravillas como para rendirse a
tal evidencia. No todos lo hacen; las alternancias en el país de los
gustos son tan diversas como cada pensamiento, a cada cual le apetece
su armonía, su desdén, su satisfacción. La arena es una de ellas,
la más solicitada en estío; el campo se relega ahora, luego se
elige. La playa es el festín, el gentío, el símbolo de la salud y
también de la economía (hay quien dice), el ambiente saturado de lo
más variado; muchos, muchísimos se aparcan en orillas para hacer el
crucero del verano, obvio total.
No
dejaremos en una estacada perdida a los electores de la opción B que
tiene su referencia en el secano, a ellos también corresponde un
disfrute completo de la delicadeza del buen tiempo. Y en cualquier
rincón lejano se otea el horizonte, amanece y atardece, se sestea y
se goza, consignando un absoluto olvido al resurgir de las olas, a
las aglomeraciones y a las nocturnidades. Otro fastuoso deleite de
sosiegos, el deber de cada uno por lo suyo o por el descubrimiento.
Se
lo dije, “el secano también llena”, y por lo menos te espero en
las tardes y me hago a la libertad de pocos, que es bastante aunque
suene a cateto. Nos ha costado llegar al mar y ahora lo saturamos,
allá en las estribaciones de los montes bajos, oliendo a piritas
aún, los versos salen de otra manera, están al cansancio como al
reposo y niegan el dolor. Claro que son versos pero ya te dije que
soy de secano y me tienes, umbral o bisagra, al hilo de cuanto a tus
pensamientos ocurra halagar. Para mí, para otros muchos, la salud en
los quicios, la puerta por la noche con el fresco consolando, el
apretujón del mediodía, la casi soledad de mi pueblo, los
forasteros que han llegado, el pan caliente, el cielo tan nuestro,
las cosas de andar por casa que a tanto ayudan y a tan poco aprietan.
A ese gusto me refiero y al de estar y estar en el secano rompiendo
moldes por convicción.
Pero
me dices lo tuyo de la playa y me vuelco en respeto, que yo a la mar
hasta le escribo, ahí están los libros. Para mí es como más
espiritual o como platónico, se trata de sentimiento sin duda, como
contigo.
A
esa multitud que adormeció sin la brisa de la noche, que tuvo que
abrir ventana para dormir, a esa recuerdo en un propósito que me
insinuaste. Y a los marineros de estío dedico el respeto y pido la
atención y el cuidado a todo el entorno, díselo tu que conoces y
aciertas en las dos elecciones. Fuera arena o agua solo, poco sabor;
ha de ser la mar, que entre por las venas y que limpie. Dilo tú que
estás en esa cercanía y que luego llegarás al pleno de la otra
paz, cuéntalo como tuyo y me apuntas en la libreta del amador de la
mar con todo su amargor, con toda su belleza, como tú.
Ramón Llanes.
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