ILUSIONES PACTADAS
El vicio de
ilusionarse, acaso en más de lo previsible, es arenga social que
cubre los círculos del ambiente con acontecimientos importantes que
sean propiedad de la mayoría de los ciudadanos. Se calculan los
resultados magnificando los deseos, se comienza al revés, celebrando
los detalles, con euforia desmedida. Es condición inequívoca del
apego al placer. Y nunca la escasez de previsiones destroza el
ideario ilusionante, es como un pacto colectivo que apuesta por un
gozo, necesidad que evita la reflexión pero se consiente en pleno
consenso.
Los hechos se suceden
con rapidez y pronto aparece un defecto de cálculo que destroza la
ilusión hasta producir daños y traumas que luego no son
determinantes para que la misma confrontación general vuelva a
reproducirse. Algo así nos ha traído el fútbol esta semana. No
existió culpa mediática pero existieron insinuaciones, fomento de
triunfos, alteraciones de la realidad y anticipación, con tal de
conseguir el morbo necesario para el órdago y el estruendo que
demandaban los sentidos.
Nada acaba en derrota
cuando no se la alimenta. Los sueños se inventan dormidos, la
placidez esquilmada será permisiva en el próximo avatar, ganar
provoca la derrota del adversario. Otra vez fingimos ser Sancho y de
médula a médula, con ilusiones pactadas, caímos en la cuenta, poco
después, que seguimos (orgullosamente) siendo Quijotes.
Rllanes
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