GALAROZA.
En
un puño de manzana, alero de sierra, temblor de cales y blancura de
sonsonetes nunca efímeros; la mar de colores o de verdes
desenturbiando ratos de atardecer hasta que los perales se enhiestan
en el abrevadero de la madurez, allá una ermita, alta, alcanzable;
los paseos por el agua,! Ay, la fuente!, sangrando, sangrando desde
alboradas eternas, quien sabe por qué.
Nada
precisa el bozal del perro y a poco que estar es un sueño de regalo
que te viene a los pies, sujetos a una realidad requerida; y después
de mucho, estío pleno en callejas de piedras chorreando caños.
Arropes a la soledad de las bruces lindas que da la tierra, es olor
de faltas de prisas el pedernal del sosiego y la falda oscura un
gesto de octubre y las lágrimas de agua la ensoñación libre de los
cantos, el azúcar.
Mas
recuerdo la misa del convento, el verano a pulmón cerrado, la
excursión entre los ojos, D. Emilio el cura, mis amigos Lozano, el
partido del atardecer, la calma predispuesta, los juegos, la paz, las
noches frescas. Todo el pueblo en la memoria antigua de cuando éramos
anea sin moldear, de cuando osábamos a ser menores y nos daban
Galaroza para refugio del calor y entonces veíamos parte del
paraíso, acostumbrándonos al golpe acrílico de la vida. Eran cosas
por hacer que luego se rizaron con la suculencia de un frenesí casi
anómalo.
Hoy
por ti, Galaroza de aquellos estíos nacientes, la voz escribo en la
página poética del pensamiento, con este arreglo de prosa, sin
apenas necesidad de dos veces pedida. Por ti ,agua y fuente, solaz de
mis recuerdos mozos, sin mácula sino más bien rosácea y nueva. Por
ti y por las sombras que me acunaron la fuerza del mediodía. Por ti,
como antaño, plagio la niñez y la dejo en un caño, la dejo y la
gozo ahora.
Ramón
Llanes.
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