DEL AMOR Y OTRAS TERNURAS
Se me pierde un poco de sueño
en la almohada
de tu alcoba oscura,
adornada con visillos de seda
como azules -blancos transparentes
imitando a mar.
Se me pierde la luz
y gano tu perfume.
Los dos, entretejiendo besos,
retando a la pasión
pero todo con orla de sosiego
y el encanto, claro,
el encanto, amor.
Acaso sea ya un amanecer no
imaginado
y el almanaque de tu pared color incienso
señala inmutable el primer día
pero se me pierden las horas y los días y
te gano a destiempo.
Escribimos así
el poema místico del amor
alargando nuestro romance
solo por unos versos más
que nos hacen falta
para que rimen.
Y tú, crecida en la aventura,
me susurras palabras
y mimas mis gestos.
Es
la adoración que nos rendimos
mientras nos sorprenden
las primeras luces de otro día
sin número
en nuestra agenda.
Es la fiesta
que hacemos, como niños, a cada uno
de los momentos como si no quedasen otros.
A lupanar de diosas
huele tu alcoba oscura
porque ya no distingo el olor
de tu perfume
ni el visillo azul-blanco
en la seda de la única ventana
que nos hace de correos
con el tiempo.
Acaso afuera sea todo silencio
acaso renazca en las aceras
un jazmín de luna
donde
sobren siempre los amantes.
Acaso sólo en el recuerdo
vivan ya los sueños.
a
la hora de la pérdida absoluta de mis sentidos.
He de suspender a intervalos
el calor preciso. Por ti,
en amor contigo despertaré
haciéndonos
semejantes en los deseos,
esparciéndonos,
entrelazándonos
y muñéndose a ritmo.
Tú sin enfriar la alcoba
yo sin recoger tu enagua
cansada de dormirse tanto y tanto
en la percha dorada del rincón.
Así, los dos, irnos,
desaparecer mudos, incontrolados,
amantes hasta las últimas fuerzas y
aún después reírnos de los tiempos y abrazarnos
en la luz de lo perdurable,
lo inmenso,
lo
tuyo y lo mío amor
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