CÓMPLICES.
Buscadores de cómplices, es la moda que prima un
entorno a veces infiel, a veces drástico, a veces irreal, a veces
violento y otras veces político. Se pirra cualquiera por un cómplice
¡lo que son las cosas¡, porque de este paso a la solidaridad va un
trecho pequeño y menos de aquel a la amistad; todo puede ser. Hasta
en venta se ponen los cómplices, a la orden del día.
Pudiera no tener
sentido la vida sin ellos. Un objeto nunca creado para controversias,
se hace el cómplice- como objeto o como compañero- para amarrar en
lo posible los secretos. Pero los secretos no siempre tienen valor
para el otro, que se limita a guardar con responsabilidad y callar.
Del cómplice al
delator, del cómplice al traidor; surgen no solo las discrepancias
también las confrontaciones y hasta las guerras. Las consignas que
reciben las personas implicadas en la dicha o la desdicha, que de
todo se da. Cumplir supone una heroicidad y defraudar siempre se
acerca a la traición pero ninguna de las dos consecuencias deben ser
pacto de violencias, porque guardamos y retenemos y otras veces
olvidamos. Y el olvido también es un error en el contexto de la
complicidad.
En este
corresponsal de tareas por todo el mundo la complicidad se desdice a
diario, se maltrata a diario y los hombres se ajustan cada vez a
moldes en los cuales la complicidad se queda en desuso para la
envergadura. Para las cosillas pequeñas ser cómplices suena a poco.
Prima mucho el morbo y todo se piensa en clave de estrategia como si
siempre debiéramos estar preparados para conseguir algo o para ganar
y utilizamos a los cómplices y los metemos en nuestros embrollos
pero la mayoría de las veces no les hacemos partícipes de lo que
nos sirvieron cuando habíamos llegado a la meta pretendida,
recriminándoles la falta de apoyo si se fracasa.
Y todo esto no
puede tener otra lectura que la expuesta. Ahí y aquí estamos siendo
cómplices de unos y teniendo los cómplices necesarios para nuestra
diversidad de vida. No es bueno, tampoco malo, es sencillamente
consecuencia de la inercia en busca de la eficacia a veces personal y
otras colectiva.
Se nos ocurre que
precisamos cómplices cuando tenemos clara necesidad de compartir
algo que nos sucedió fuera de la normalidad y echamos manos de la
amistad luego somos dos y después más hasta que el secreto sea
comidilla y empiece a crear desconfianza. No era eso la complicidad.
Ramón Llanes. 28.1.00
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