RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

jueves, 16 de enero de 2014

MOMENTOS


MOMENTOS

El inevitable clarín del tiempo llama a seguir. Y siguen la vida y sus consecuencias. La vida porque no hay remedio o invento mejor y las consecuencias porque son los parásitos de ella que se benefician o perjudican según tarea o descanso. Vienen halos de otra luz a los baldíos, a los esteros viejos, a los campos olorosos de Prado de Osma, a las orillas del Odiel allá por Coronada, a los terruños ocres de las dehesas solas y a la bienhechora y letal sierra. Y sigue limpia, con arrullo de vida, nuevas vidas, con arropo de contagios. Aquí y allá, coplas que parecen rezos o rezos que parecen coplas y tienen una dimensión local, pequeña, como los grandes acontecimientos que se hacen entre pocos.

Es vida de Pascua con advocación de Piedras Albas con la arrogancia de los pobres, un disimulo de congoja en los adentros, una alegría externa que moja y empuja, un espíritu de continuidad y fuerza. Vida de esas que han pasado chequeos por todos y preven un diagnóstico casi de perpetuidad. En El Almendro montan los niños jacas sin crines y se pasean a los asomos de una espesura de ojos que les acarician con el silencio, trotan con viento y casta guardando la inexperiencia. En Castillejos monta también una mujer de peineta alta, luce cortesía, se agencia espacio y colma el revuelo sus ansias del año para una diversión acompasada a Piedras Albas, Madre de los pagos, de los cabezos , de los predios ganados y de las almas. Esa es la vida allá, ahora.

Es vida de “traida” por las estribaciones del Morante en advocación de Coronada. Calañas, en su trasiego del ir y venir hacia la reminiscencia de su templo en Sotiel , encima justo de la bocamina y en un baño de grao , adorna esa luz que reniega de estíos y se vuelca en primavera. Mientras los pájaros reinan la naturaleza, sin otro testigo que ellos mismos, se anuncian que hay que traerla y se trae a casa para procesionarla sin misterios ni ruidos. Ayer.

Momentos enigmáticos que la agenda del tiempo lleva con pulcritud histórica para que nada falle de la vida que se agita en planos de conservación. Muchos de ellos quedarán en un anonimato eterno, solo una vez vividos, jamás repetidos. Los próximos serán distintos a pesar de la similitud y abdicarán del protagonismo para que los siguientes tengan sobradas fuerzas de comienzos y “terminos”. Viviéndolos se construyen la vida asemejada a su propio troquel, gentes de los veneros andevaleños que persisten en el agarre a la tierra y al
cúmulo de costumbres que les acercan a la búsqueda de la felicidad.

Existirán un millón de razones más para explicar la importancia de estos momentos que se describen e incluso muchas maneras más de hacerlo pero la sombra de un semiatardecer de abril invitó a este pensamiento puesta la pretensión en aportar afecto a las tierras madres, como tributo a tantos calores, a tanta prominencia y a tanta verdad.


Ramón Llanes.

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