RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

martes, 22 de noviembre de 2022

COMO UNA QUEJA

 COMO UNA QUEJA

 

 

         Se ha ido. Me gustaría escuchar que un día cualquiera, siendo acaso amanecer o atardecida, el mundo se tumbara cuesta abajo por la ventana de atrás, a escondidas, desaparecer de la escena. Entonces tendríamos que dedicarnos a concebir, diseñar o imaginar otro mundo o un mundo de otra manera. Suponiendo que le llamáramos mundo, le quitaríamos público, suprimiríamos seres humanos, haríamos una colecta para montarlo sin miserias y le pondríamos una enorme zona azul para quienes quisieran vivir sin compromisos, una especial forma de anarquía consensuada. O no?. O que cada cual pusiera un material, cada cual un deseo, una idea, un proyecto, una emoción.

         Habría de ser distinto al actual pero ¿con qué molde lo haríamos?, ¿dónde está el mundo perfecto que estaríamos deseando construir?. El mundo que queremos inventar no está ni en la mente, no existe fórmula, no se compagina con una realidad como esta. Tendríamos que empezar a vivir de nuevo; nacer otra vez, comenzar a respirar, entender del aire, conocer el agua, respetar el fuego, amar la tierra; sería nacer de nuevo con la ética puesta y la limpieza de honestidad en los poros. O acaso no sería preciso volver a nacer.

         Pongamos que estamos de acuerdo, que hemos determinado un modelo útil, que nos servirá para desenvolvernos mejor unos con otros; si hemos sido capaces de “acordar” para nada será necesario volver a nacer o esperar otras generaciones, bastará con saber soportar el cambio, digo, en cada molécula de cada individuo, en cada letra del sistema, en cada milésima de cada pensamiento; ¡qué fácil¡, ¡ya lo tenemos!. La solución es cambiar cosas o cambiar todas las cosas, no destruirlas, solo cambiarlas, aprovechando lo bueno que tuvieran; ¡más fácil aún!, ¿por dónde empezamos?, ¿por cada uno de nosotros?, ¡genial!; Enrique, empieza tú. ¿por qué yo primero?. Y luego la farándula, el teatro, los actores, el telón que se cae, el público que desaparece y el mensaje, que se olvida.

         No me ha salido bien este invento, me pondré a protestar, escribiré con letras grandes y rojas “que me dejen vivir”; criticaré a quienes ejercen funciones de poder, dudaré mil veces más del asqueado sistema, me subiré a donde me vean gritar y me iré a casa cuando las horas de rebeldía me  limiten el tiempo; caeré dormido delante del plasma hasta que se me agoten los sueños imposibles y no me obliguen a renunciar al placer de vivir a mi modo.

         Ya no quedan hombres como yo, vean mis propuestas sin enredos y mi honroso equipaje; pónganse a buscar humanos de mi talla que sepan sentir las incapacidades de este grotesco mundo sin aquietarse siquiera un minuto con sus métodos y se reviente por sacar adelante sus propios privilegios. Lo dicho: no quedan hombres como yo.

 

 

         RAMÓN LLANES

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