RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

viernes, 31 de enero de 2020

PRESENTACIÓN DE SIMÓN PÉREZ VOLANTE


VOCES DE LA MINA EN 1900
PRESENTACIÓN DE SIMÓN PÉREZ VOLANTE.

            Cual grandote socavón de la mina, agua de ella, génesis preferido y filón inagotable de aquellos andurriales os presento a Simón Pérez Volante que de treinta y tantos años atrás se empeñara en escribir sobre emociones y personajes de su amada tierra de Tharsis y que ahora con agallas y ternura nos viene a poner al alcance de nuestros propios ojos.
            Aquí donde lo ven es más “apañao “ que un jarrillo de lata que a poca edad ya se ha hecho imprescindible en el paisaje nuestro y se esfuerza cada día por darle a cada cual una sonrisa, una voz y hasta un ataúd si la ocasión lo requiere porque trabaja en la funeraria local. En fin, que sabe hacer de todo y es un privilegiado en eso de tratar personas, entenderlas, entretenerlas y quererlas.
            Simón solo ha publicado un libro de poemas titulado HABLEMOS DE LO NUESTRO del cual vendió todos los ejemplares en su presentación en Tharsis en el verano pasado, dando muestras de su buena armonía con sus gentes y de ser una persona querida y tenida en cuenta que para todos los arreglos se le encuentra.
            Para él significa mucho estar en este templo de las artes y viene a dar su meloja, su ternura, su sinceridad y sus versos; saldrá más lleno que nunca –lo auguro-, se le caerán dos lagrimones de puro entusiasmo, habrá cumplido un sueño y mañana seguirá las rutas rojas de sus pies puestos en el respeto de la mina con su sentido del humor, su romerismo –por su enorme devoción por Los Romeros de la Puebla- su madridismo y su tharsileñismo, todo muy a flor de piel, sin necesidad de tener que buscarle las vueltas para encontrarlos; es un tipo transparente, afable y tan tierno por dentro que se diría todo de algodón.
            Se me ocurren mil cosas más pero así es esencialmente Simón Pérez Volante, un hombre-poeta de Tharsis.

            Ramón Llanes. 29 Enero 2020.


PRESENTACIÓN DE PACO DURÁN


PRESENTACIÓN DE PACO GONZÁLEZ DURÁN
VOCES DE LA MINA EN 1900.

            Paco tiene aspecto de serio y lo es, parece un escritor empedernido y lo es, simula que aún juega y es verdad, le gustan las casas y los paisajes de su Tharsis querido, ama las cornisas altas de las atalayas mineras, ejerce de buen ser humano y le da pánico conducir. Ha ejercido su profesión de maestro de adultos durante tres siglos por lo menos y ha enseñado a los demás a cómo desenvolverse en la vida de la manera apaciguada y cariñosa que él lo hiciera. Es un poco de Ana Mari y de sus hijos pero es más nuestro, allí lo necesitamos para opinar sobre sabidurías cotidianas o lo que sea porque es un buen conversador y un aficionado pasional a todo lo que le huela a convivencia.
            Ha estado escondido en sus pensamientos un tiempo largo no queriendo sacar a la luz sus intimidades líricas hasta que un día diera con los huesos en las nubes y decidiera compartir todo aquello que tenía tímidamente guardado en su cuaderno, -aún escribe en un cuaderno-. Ha publicado este verano CRÓNICAS DEL ALBA, una obra literaria con prosa poética y verso y sé que ya tiene nuevos proyectos porque escribe a diario todo aquello que se le viene a la boca. Pueden comprobarlo en las redes donde tiene presencia actual.
            Paco es un comprometido con la solidaridad y un hacedor de asuntos tan corrientes como pasear, estar en una sombra con unos amigos, leer a destajo, hablar y sobre todo custodiar la sociedad en la que habita, su pueblo de Tharsis, donde siempre está, de donde nunca quiere moverse.
            Supone un placer escucharle y más tenerlo como amigo. Hoy se viste de recitador con orgullo y aquí dejará huella y agrado. Demos un salto a la mina y empecemos a oír sus voces. Este que también lo parece es Paco González Durán.

            Ramón Llanes. 29 Enero 2020.

lunes, 27 de enero de 2020

NOS QUEDAMOS

NOS QUEDAMOS
       Pensaremos que resultaron vencidas las inclemencias, haremos el maletín de los sueños, miraremos a todos los lados posibles, tocaremos las ofertas que surten el polvorín del mercado, cansaremos de pensamientos la voluntad, fingiremos que es necesario marchar del lugar de la rutina y decidiremos, a última hora, quedarnos.
       No solo nos asustaron la lejanía, el viaje, los trenes, los equipajes o el ajetreo, que también nos dio pereza movernos, que aquí seguiremos teniendo la posibilidad de observar los gestos más cercanos y los paisajes más nuestros, la soledad más útil y las calmas más queridas. Y tendremos la cena a dos minutos, la conversación al instante, el amigo a una mirada, la paz esperándonos y el tiempo hecho a nuestras pausas. Y tendremos, por si acaso, el consuelo atento y el abrazo afable. Son demasiadas cosas que perder a cambio de otear un horizonte extraño que a veces produce envidia y otras veces se convierte en alergias a lo tan distante.
       Y cuando pase el mundo dando las mismas vueltas de a diario, con el llamador puesto en bocina estridente buscando adeptos, tampoco necesitaré reiterar en mi propósito los deseos de estancarme en el encanto que me ofrece la vida que vivo y adoro, y no me iré, salvo fuerzas mayores, a donde no me llamen con insistencia.

       Ramón Llanes. 

domingo, 26 de enero de 2020

UNA LÁGRIMA


ALGO TAN ABSURDO COMO EL HAMBRE

ALGO TAN ABSURDO COMO EL HAMBRE


            Anda por ahí el hambre estrangulando vidas sin dañar siquiera una simple conciencia. Los estudios demográficos y sociológicos apuntan que es suficiente el alimento que se produce para satisfacer todas las necesidades de la población, que solo la falta de imaginación y solidaridad evitan una redistribución más adecuada de los recursos; significa, según los estudios aludidos, que el planteamiento primigenio deba modificarse a fin de conseguir lo que las organizaciones humanitarias vienen demandado. El destino de las riquezas, que es la plusvalía que genera el trabajo, ha de ser aquel otro mundo que parece juega a morir en nuestro anverso, sin una atención preferente ni una gota de nuestro compromiso.
            En nuestro estado de bienestar las cosas se discuten hasta la saciedad menos el hambre de los otros, ese distintivo no lo llevamos puesto, se nos olvidó en la mochila que hace tiempo dejamos en nuestra indiferencia. Para qué nosotros!, nosotros no somos poderosos ni gobernantes, no tenemos responsabilidades, no podemos exponer nuestros valores; que busquen a otros con perfiles distintos, que busquen entre los héroes que se gastan los sueños luchando contra mil mundos como el nuestro para solucionar el hambre en un mundo maldecido por la ignorancia.
            Mañana llegarán inmigrantes a nuestras playas, se habrán puesto de frente al miedo y habrán conseguido alcanzar una parte pequeña de ese sueño grande; mañana mismo el sentimiento de muchos habrá cambiado desde su propio valor y nuestra sociedad mirará el noticiario a la hora del almuerzo para acaso derramar un suspiro de pena hacia los recién llegados; mañana mismo nos habremos desocupado de ponerle valentía a la esperanza. Somos muchos, demasiados, y tenemos un poder económico repleto de fórmulas capaces de acabar con toda esta lacra indigna que algún día nos soplará el cuello y nos colgará la culpa personal para descrédito de las generaciones venideras. No entendemos de responsabilidades pero sabemos entender cuándo el hambre nos avisa. Solo era eso.


            Ramón Llanes. 

jueves, 23 de enero de 2020

UN CUENTO




UN CUENTO.

         En un cuento la noche tiene su parte de luminosidad, el día su tinte de tiniebla, el arco iris presenta más de siete colores, los huesos pueden ser de madera y las flores de plastilina. También en un cuento aparecen príncipes donde no existen los príncipes y brujas con escobas de volar.
         Esta realidad nuestra, vista con detalle y ojos abiertos, sin colocón ni anestesia, más se parece a un cuento; surge de cualquier rincón una tormenta, alguien pulsa botones de maremotos, las brujas se prodigan, a veces todo es blanco y las hadas tienen largo protagonismo mediático en un hueco que descalifica a la fealdad.
         Nadie puede atreverse a asegurar que se trata de una curva de desnivel en el equilibrado mundo de los seres inteligentes, más se parece a un cuento. Nos subiremos mañana al trapecio a buscar el trébol de cuatro hojas, regalaremos flores traídas de las montañas mágicas, montaremos un circo de gigantes. Mejor que seamos de cuento.
         Este frío no trae moraleja.



                                                                  Ramón Llanes

LA RIFA


LA  RIFA


         Todos los jueves la plaza es un hervidero  de gentes. Acuden incluso los de posición más alta (boticario, alcalde y poco más) para observar, disfrutar o participar en la rifa tácitamente dedicada a las mujeres. Y está bien mirado en la sociedad arcaica de la población y muy aceptada entre los “progres”, por su carácter tradicionalista y original único en el  mundo y por el interés institucional en la conservación y realce de la rifa.
         Encanta la parafernalia costumbrista que adereza el espectáculo y vienen curiosos por doquier y turistas y prensa que se quedan en sorpresa cuando comprueban la veracidad y legitimidad del acto.
         Y ocupan sitios desde bien temprano en los soportales, con cámaras y caras de atención. Solo los habitantes del lugar tienen el privilegio de acceder a los sillones que otorgan opción de premio.
         Desde 1420 se realiza la rifa, de igual modo, con la misma indumentaria oficial, con el mismo rito. El alguacil con el boato inmaculado y la seriedad en el ademán, asoma a las puertas del consistorio, anuncia la entrada del consejo, obliga a la reverencia general y sube a una especie de púlpito de madera de haya con toque barroco, acaricia el oro de la campanilla y la hace sonar tres veces para vocear en latín el “fiat” que abre la ceremonia.
         Se reparten dos monedas en desuso legal (de la época) por cada uno de los cincuenta elegidos vecinos al azar de entre las peticiones formuladas, se agita un bombo de cristal que contiene cien llaves de plata con distinta figura y coincidente cada cual con una moneda y del hueco del bombo extrae  una de las llaves que enseña al comendador y al  consejo y pregona con suficiencia y durante tres veces la figura que contiene la llave extraída. El agraciado o agraciada (que suele ser más habitual) accede al púlpito, reverencia a la corte institucional, recoge de manos del alguacil la carta del premio, lanza un grito de alabanza e invita a celebrarlo.
         Y así todos los jueves desde 1420, en aquella población se rifa un hombre.

                                                     Ramón Llanes. 8/01. 

LA HUIDA


LA HUÍDA


         Por aquel entonces Silverio jugaba a ser niño en una familia pobre, cuando la miseria gozaba de todo su esplendor en la casa. Vivían siete hermanos más, la abuela Ildefonsa y el tío Lucas, soltero desde siempre y condenado a seguir siéndolo de por vida, un primo recogido por obligación, dos perros y una gata parturienta. En total, si es que los números sirven en estas ocasiones, se sentaban a diario a la hora de comer trece bocas grandes y muchas e imprevisibles bocas pequeñas.
         La capacidad de ganancia tenía fuente casi exclusiva en el hombre porque el añadido de la pensión de la abuela apenas daba para sus medicinas y caprichos. Los niños no llegaban más allá de los 17, el mayor; y el tío Lucas se dedicaba a la vida contemplativa, o sea, a contemplar cómo trabajaban los demás, pero así estaba consentido y así había que aceptarlo.
         A Silverio no le llenaba aquel entorno, a los demás tampoco, pero éste, de carácter retraído y reservado, pensaba más de la cuenta, veía lo que caía en sus manos y coleccionaba hojas secas. Su madre no admitía de buen agrado tanta abstracción pero callaba sus irónicas correcciones por miedo a la timidez del niño. Los hermanos, en cambio, le valoraban y le obedecían. Silverio era el tercero de los ocho y solo contaba trece años cuando, en una cena de esas de huevo frito para todos, planteó a sus padres su deseo de hacer la maleta (¡qué maleta!), y romper con todo aquello de manera drástica: “o me voy ahora o aquí me muero”, se decía. Y se fue a la mañana siguiente, con más lágrimas que equipaje, en un tren de mercancías, con el dinero justo para la travesía y la comida.
         En sus ensoñaciones de niño pobre no alcanzaba más allá del horizonte seco que los raíles le iban enseñando, un vagón de madera, un destino indefinido y con más ganas de huir que de llegar.
         Cuando atardecía se metieron por la ventanilla los reflejos de la ciudad, con una cortina gris, larga y opaca, sin trazos rotos ni costuras y una espesa bruma impropia de septiembre. Bajó con desinterés y caminó sin rumbo con su hatillo de ilusiones desquebrajadas sin saber lugar ni manos que lo acogieran. Aquella noche la hizo tan prolongada en su pensamiento como incómodo el miedo de las tripas avisando hambre. Algo se llevó a la boca y algo durmió, para eso sirven los parques y jardines en las grandes ciudades.
         Y Silverio desapareció de la existencia, a partir de su llegada.


Ramón Llanes

LA HUIDA


LA HUÍDA


         Por aquel entonces Silverio jugaba a ser niño en una familia pobre, cuando la miseria gozaba de todo su esplendor en la casa. Vivían siete hermanos más, la abuela Ildefonsa y el tío Lucas, soltero desde siempre y condenado a seguir siéndolo de por vida, un primo recogido por obligación, dos perros y una gata parturienta. En total, si es que los números sirven en estas ocasiones, se sentaban a diario a la hora de comer trece bocas grandes y muchas e imprevisibles bocas pequeñas.
         La capacidad de ganancia tenía fuente casi exclusiva en el hombre porque el añadido de la pensión de la abuela apenas daba para sus medicinas y caprichos. Los niños no llegaban más allá de los 17, el mayor; y el tío Lucas se dedicaba a la vida contemplativa, o sea, a contemplar cómo trabajaban los demás, pero así estaba consentido y así había que aceptarlo.
         A Silverio no le llenaba aquel entorno, a los demás tampoco, pero éste, de carácter retraído y reservado, pensaba más de la cuenta, veía lo que caía en sus manos y coleccionaba hojas secas. Su madre no admitía de buen agrado tanta abstracción pero callaba sus irónicas correcciones por miedo a la timidez del niño. Los hermanos, en cambio, le valoraban y le obedecían. Silverio era el tercero de los ocho y solo contaba trece años cuando, en una cena de esas de huevo frito para todos, planteó a sus padres su deseo de hacer la maleta (¡qué maleta!), y romper con todo aquello de manera drástica: “o me voy ahora o aquí me muero”, se decía. Y se fue a la mañana siguiente, con más lágrimas que equipaje, en un tren de mercancías, con el dinero justo para la travesía y la comida.
         En sus ensoñaciones de niño pobre no alcanzaba más allá del horizonte seco que los raíles le iban enseñando, un vagón de madera, un destino indefinido y con más ganas de huir que de llegar.
         Cuando atardecía se metieron por la ventanilla los reflejos de la ciudad, con una cortina gris, larga y opaca, sin trazos rotos ni costuras y una espesa bruma impropia de septiembre. Bajó con desinterés y caminó sin rumbo con su hatillo de ilusiones desquebrajadas sin saber lugar ni manos que lo acogieran. Aquella noche la hizo tan prolongada en su pensamiento como incómodo el miedo de las tripas avisando hambre. Algo se llevó a la boca y algo durmió, para eso sirven los parques y jardines en las grandes ciudades.
         Y Silverio desapareció de la existencia, a partir de su llegada.

Ramón Llanes.

A JAVIER SÁNCHEZ DURÁN


PRESENTACIÓN DE JAVIER SÁNCHEZ DURÁN
CENTRO SOCIAL BELLAVISTA.

            Este hombre que dice: en la gruta del tiempo, varados en el techo, cuelgan, incontables, los recuerdos como tristes murciélagos, se asoma a la luz con la consigna eterna que su madre le dejara: “para que tú seas poeta yo dejaré de ser vida” y empezó a ser amamantado de la química indestructible del amor de aquel simulacro de muerte que nunca llegara a consolidarse porque siempre se tuvieran apasionadamente unidos por las ternuras.
            Y se hizo poeta en la andanza de los otoños, entre el viento, allá en la altura del Cortelazor amado, no sé caminar sin él, escribiera con la armonía de sus fondos comprometidos, con toda su solidaridad y  entrega. Se dedicó a enseñar viviendo, a compartir camino con las lunas pobres, a fomentar los sentimientos entre quienes no entendían de abrazos, a beber de las concordias en los momentos más difíciles de la paz; se deshizo de credos impuestos cuando tomó conciencia de la imposible convivencia del dogma con la utopía. Quiso ser el hombre que ahora es, no más, con figura semi desbaratada, cuerpo de niño en una chaqueta libre, humildad en sus gafas y convicción en sus zapatos; recorre el  mundo con pelo y versos en la dirección de su propia rebeldía.
            Para estar en la lontananza de la vida no cree mejor actitud que descreer los mandatos divinos, decrecer en intolerancias y dislocarse a través de la lírica con sus fundamentos de convivencia, amor y búsqueda en rincones del universo del ser humano por un mundo más justo y ético. Si algún día se va, irá su esperma a confín destinado para pobres, en fosas comunes, con los suyos, con su estirpe de disidentes de la felonía.
            El poeta se hizo inmenso en el inmenso sustrato de la palabra y se guardó muchos silencios para contarlos ahora a través de La percepción de la lluvia porque quizá lloviendo se sienta mejor la bondad de la tierra; besamos y amamos el asfalto más brillante, se atreve a contar para acercarse al algo que busca; hay que volver al viento es su detalle con la naturaleza de lo imposible y lo real al mismo tiempo; hay que entrar en el arroyo, es su mística; al canto silencioso de los olmos, es su manifiesto. Estaremos figurándonos  ser Javier Sánchez Durán al leerlo, querremos ser su parte ardiente, su utilidad social, su bondad; nos uniremos al espíritu comprometido que le ha hecho poeta, hombre, lícito, sonriente, plácido, amable, locuaz, sabio, acogedor, único…nos enganchará con su fórmula de vida; léanle también los labios del alma y comprenderán por qué lo digo.

            Ramón Llanes. 23 Enero 2020.

miércoles, 22 de enero de 2020

NERUDA Y NOSOTROS


NERUDA Y NOSOTROS


Hubiéramos existido para la genética,
para el conocimiento y para la soledad
y acaso menos para los sueños,
la libertad y la utopía.
Hubiéramos amado en los atardeceres
y en las caricias y acaso menos en la fuente
y en la memoria; perteneceríamos al fragor
y a la estrategia y acaso poco a la tristeza
y a la melancolía.
Neruda nos parodió un sendero de huellas,
nos escribió versos en los costados
y nos hizo aprender a desorientarnos
entre las estrellas
mas nunca
en la consigna de la lucha.
Qué de nosotros se hubiera borrado,
qué pisada en la arena última del estío
o qué mirada al oscuro tiempo de la noche,
nos hubieran pertenecido sin él;
nada sería igual, compañero poeta.

Ramón Llanes.

CONSUMIDORES DE SUEÑOS

CONSUMIDORES DE SUEÑOS

                Aún a estas alturas de la vida, con la longitud extrema, la altitud infinita, la medida larga y los recuerdos acumulados, existen razonables dudas sobre la exacta determinación de dos conceptos que persiguen los gráciles eventos del gremio humano; no aparecen definidos los parámetros que identifican con nitidez realidad y fantasía. Los ensayos sobre estos dos conceptos aportan innumerables conclusiones que no vienen al caso porque de cierto el mundo se mueve apaciblemente entre ambos sin desmerecer al primero ni acoger al segundo o viceversa.
                Por este lateral de enero, con frío al trapo y abrigo al uso, se cuelan los cuentos con sus cargas ruidosas de fantasía, se preservan sueños ingenuos, miradas únicas, abrazos íntimos y emociones vestidas de ropaje mágico para solventar  acaso que es invierno o quizá que la historia inmortalizara modos de realzar la vida. De ahí la proliferación de invenciones amables que inyectan ese mínimo de estrés optimizado que produce favores de sonrisas, otorga animosidad para continuar la senda y enseña una expectativa que confirma la complicidad en el reparto de las actitudes benignas. Es así: realidad y fantasía hechas desde la conspiración de los deseos formando ese consumismo de sueños que tan celosamente conservan los tiempos sin apenas defecto y con la virtuosidad de la sorpresa.
                De hecho vinieron seres a poner prendas en la ilusión y regalos en el alma y de hecho el giro del globo olvidó magia en otros lugares; el capricho de la extravagancia en la distribución de los sueños suele traer olvidanzas y descuidos. Y de aquellos que duermen en la loa de una realidad desahogada dependen los contratos solidarios para aquellos otros que la sueñan. Se echa en falta aún mucha realidad para extender la fantasía o acaso a la viceversa.

                Ramón Llanes

martes, 21 de enero de 2020

QUÉ SABE NADIE


QUÉ SABE NADIE

 

 

            Secuencias del panorama cotidiano prescriben un rumbo anodino a las pasiones y las dolencias se hacen símbolos que enajenan. Humanos dicharacheros buscando la noción de un vivir con distintivo verde -por añadirle un color a tan golosa osadía-, los teoremas se rompen en yerbas conversas; nadie espera lo esperado, se ha puesto de negro el horizonte como una sartén sin “avíos” y el estómago empieza a tener su reloj avisando de consecuencias nefastas para el toreo de cada minuto con la cornada expectante para ser hincada al menor descuido. Y nadie se pregunta cómo dorar la píldora a la forma de vivir y nadie pregunta cosas más allá del precio del pan y se ha convertido la avenida en un suburbio insalubre, hediendo a culpa y a petición de ayudas.

            No es el mundo pequeño lo que era ni las cosas tienen el tamaño real de anteayer ni es miércoles para un gustazo antiguo. No es el mundo lo que era porque se nota en las enaguas el olor a melancolía y trance, el estado de derecho es una emoción a perseguir en forma de imposible, la razón no es importante. No saben qué comemos ni conocen las letrinas de nuestras soledades. Desconocen la necesidad del esfuerzo, no tiemblan, no mueren indecisos, no cambian.

            Es el zulo oculto que  nos tenían preparado para restregarlo por los ojos y apretarnos más los dientes con el dogal del miedo. Qué saben de abrazos, de risas, de reuniones, de amigos, de proyectos; qué saben de entendernos, de acercarse, de tenernos en cuenta y de tutelarnos. Parece que se nos ha caído la sombra perpetua en las narices y nos corresponde una parte de luz cada mil años. Nosotros en el agujero, para encendernos cerillas y calentarnos la ilusión unos a otros en espera de un plazo mayor o de una multa menor. Otros haciendo cábalas para recoger una media manzana, un bocado de esperanza o una lombriz perdida que alimente la caridad antes del poco sueño pendiente. Y el tiempo arrinconando los pesares para que nunca sean olvido; un témpano de catarsis se anuncia en los gestos de la tristeza y nadie acude y nadie atiende y no se otea el final de esta tragedia.

 

 
            Ramón Llanes.

lunes, 20 de enero de 2020

FANDANGO. QUÉ DULCE


A LA VIDA


 

                                      22.- a la vida

 

A las hormigas que forman mi equipo,

a las personas que no conozco,

a las devociones que nunca adquirí,

a los desafortunados en la enfermería,

a los amantes altivos soñadores e irreales,

a los niños sabihondos,

al minero que dejó de “zafrear”,

a la maldición de los golpes duros de la vida,

a las flores desentendidas pero bellas,

al placer de una siesta de verano,

a mi entorno de hijas,

a la voluntad que le ponen los perros al aprecio,

a los bebedores de vino,

a quienes pertenecen a alguien,

a quienes se miran al espejo y no se ven,

a las pausas cortas de tus silencios,

al almuerzo de sueños, contigo,

al valor de una caricia,

a quienes se han perdido el fuego de unos labios,

a quienes se olvidaron de amar,

a quienes no aprendieron a susurrar un “te quiero”,

a la vida que ocupo.

A esta luz intensa de amor que me sostiene el alma.


Ramón Llanes. (FÁBULA DEL VACÍO)

jueves, 16 de enero de 2020

A PROPÓSITO DE TI


A PROPÓSITO DE TÍ

Dedicado a quien amo

            Para decirte que te estoy pensando. He vaciado el pensamiento de otras devociones, he saltado los espacios repletos de inquietud y me he puesto, -ya ves- a pensarte. Y todo cuanto soy se me ha vuelto presencia: el primer suspiro contigo, la primera piedra a nuestra eternidad de besos, la última tarde, la idea de amarnos, todo se me ha puesto en los ojos. Y te observo la certeza en la boca y la gloria en el gesto; quien te hiciera supo perfilar la dulzura con esa calma profunda y crecida que se te escurre por la dócil sabiduría de la verdad.

            He dejado de conocerte por haber llegado a tu infinito, más allá eres la misma, tu piel me enseña tu alma, los tiempos se nos hacen insuficientes para atendernos, son muchos los sueños hilados y las soledades vencidas. He llegado a tu fin de conocerte y nunca me llevarás al fin del gozo, cada calor es una sorpresa, cada día un premio. Aprisionar tu mano en la mano mía, con el fuego de la garantía y el respeto, con la pulcritud de todas las palabras que decimos para acercarnos.

            Ahora, amada, tú, mujer, las esferas tan ensimismadas en nuestros demás que nos completan la felicidad y tú, mujer, tan especial, con tantos esfuerzos, con tantas demasías en el órdago de vivirnos y con tanto sentido en la sensatez, ahora es un pensamiento único el que nos crece, una sola devoción a nosotros, al universo de todos y a los colores que espacian nuestra noble realidad. Este hombre que te ama, mujer de mis títeres y de mis versos, de mis letras y de mis risas, este hombre, mujer, se ha donado a la voluntad que hemos dibujado en aquella madera de amor que nos dejó la luz una mañana única en nosotros y extensa en deseos.

            Escribo, te pienso, porque alguien ha de saber lo nuestro, con toda la intensidad, con el más íntimo deber. Has de ser tú, amada, quien engrandecerá mi valor; tú, quien vestirás de sueños estas páginas que nos quedan por llenar y tú quien me abrazarás hasta el trayecto que nos conduzca al mismo lugar donde ahora estamos, a este mismo sitio donde no es preciso el tiempo.

            Sé que no te mereces estas pasiones tan escritas en la luz pero así me reinvento otra felicidad y volvemos a aprisionarnos el alma, para nosotros.

 Ramón Llanes.

 

 

 

miércoles, 15 de enero de 2020

ESPERANDO A NADIE


ESPERANDO A NADIE

 

         La eclosión crónica de mangantes extiende los miedos por las raíces curvas de un proceder nuestro, atento y educado. Me refieren que todos somos iguales ante el perdón y que no todos seremos iguales ante la gloria. Algo pasa que ni dios entiende. Quien está exento de culpa se esconde paciente a la espera de noticias; quien posee la flacidez del embargo espera lo peor metido en su cauce de incertidumbre; quien tiene la pasta se la guarda y la cuenta a diario a la espera de un acontecimiento del capital que ponga el orden que a él le beneficie; quien trabaja más del doble se espera a sí mismo, para no dejarse dormir en la inercia de la vaguedad; quien está ocioso se esconde. Algo pasa que ni dios entiende.

         En definitiva todos, incluidos los poderosos y los anárquicos, todos nos hemos dedicado a fortalecer nuestra espera. La casa tiene gas de sobra, los alimentos abundan, la linterna funciona, el desasosiego es un eslogan. Hasta que algo ocurra y destruya esta inestabilidad de contrabando que pudre la lealtad o hasta que alguien genial  se asome, nos vea e invente un no sé qué de positivo que ambiente de una vez este panorama. Observo las caras, los hombres tienen voluntad, las mujeres tienen fortaleza, la insolencia de las ratas rumia el consuelo y convierte la valentía en vacío. Nos vemos perdidos en un desierto sombrío sin brújula ni agallas, las crecidas del viento nos magulla las esperanzas y ni para un sueño dan las noches.

         Y mientras oscurece seguimos creyendo que el futuro se encuentra hecho en un acierto natural del camino y no pulsamos botón alguno que medie entre nosotros y la abundancia, sea mecanismo de nuestra defensa e imprima velocidad a nuestro pensamiento. No me arrepiento de haber caído en este cenagal, me arrepiento acaso de no haber aprendido a nadar y estar ahora  a expensas de que alguien me resuelva la vida; y me arrepiento de quedarme frío y solitario pretendiendo el rescate de mi supervivencia, aquí, pergeñado y plácido, esperando a nadie.

 
         Ramón Llanes  EL CAJÓN DEL SASTRE

DE LO HUMANO


DE LO HUMANO

 

         Arriesgarse a escribir del temple en la calle treinta y dos de la manzana este del barrio nostálgico de una ciudad vieja, con ojos en el puente que indica el paso del río, los nubarrones en el sitio de siempre cortándose intencionadamente la luz a la hora más fría del día más frío, costando una inmensidad poder calentarse la única cacerola de la subsistencia, quedando helados los niños en el salón sin cortinas y lleno de miedos, arriesgarse es notorio. No hay luz en casa, vinieron a desarmarla, se llevaron el calor y dejaron más miedo, se quemaron de indiferencias, cerraron las puertas para que no entrara el frío que ya vivía allí y tropezaron también con el hambre de enero en aquel almacén de cuerpos inanimados por la dureza de la insolidaridad.

            Falta sangre de cero negativo en un hospital del barrio nuevo, aquel que se divisa cuando se cruza la rotonda de la escultura de un militar condecorado, un sitio donde se padece la multiplicidad del dolor que se quema y contagia de dentro afuera como una cascada de fuego, allí mismo, en ese hospital donde tantos sueños se quedaron, donde no han cortado la luz porque falta sangre de cero negativo y esperan que llegue un compromiso con urgencia.

            Avisan, mientras, en los plasmas, que la vida se pone cada día más fácil, que es una realidad encontrar un hueco en cualquier hueco, que se acabó el deshonor en el salario y se acabó la tristeza en los hogares. Y avisan que, pronto, por esta condición de progreso, por este estado de gracia venido a más, por tanta dulcificación en el entorno, por las penas pasadas, por la voluntad de los gerifaltes, anuncian convocatoria de elecciones para sorprender al enemigo -que es el ciudadano-, para concederse un nuevo baño de multitudes a los victoriosos, para deleznar con más poder las ejecuciones, para que se pueda cortar la luz sin riesgo jurídico, para que siga faltando sangre y medicamento de hepatitis, para que la sociedad apruebe las conductas y para que todas las cosas tengan un soporte de justificación suficiente como para evitar una manifestación, una protesta, una demanda o una cárcel.

 

            Ramón Llanes. EL CAJÓN DEL SASTRE

DE LA LUZ


DE LA LUZ.

 

 

            A punto de escribir se asomó la tarde por la cristalera del salón, invadiendo de costumbre la estancia y dejando al descubierto nuestra memoria, en un instante de luz extraña tantas veces vista. Parecía el sol que, a compás de una melancolía incierta y de una razón golosa, quería deshacer algo o dibujar el acabado de la pared en un tono ocre cálido a juego con la sorpresa de la hora; parecía un sol acomplejado o tímido, con lupa de fisgón en la retina, que se hacía al hogar en la primera entrada. Parecía también una mujer recién llegada, con chal de luces, tacón de charol y mirada insinuante; se reflejaban ambas en la trasera de la puerta, -tarde y mujer- sostenían un halo de azul, prendían el tiempo y se despertaban.

            Las letras minúsculas del teclado cumplían los pasos y sonaban en un clik armónico con la música de la tarde que fumigó de luz hasta el desván; la pantalla quiso competir con la claridad que tarde y mujer estaban dejando en el ámbito, amplió su diversidad lumínica, se retorció en las palabras, quedó intacta con su haz blanco, se dejó silenciar por el texto lírico, apareció y desapareció en centésimas de segundos, miró de soslayo la ventana, se hizo grande desde el pórtico interior y puso su transparencia inventada en el calidoscopio del mantel de hilo que tapaba cuidadosamente la mesa.

            Mientras se conmovieron los sentidos por la deleitosa sinceridad del poema duró la visita. Allí permanecían pendientes a las manos la mujer y la tarde con sus signos externos de belleza queriendo meterse también en los versos, conspirando para merecerse y formar parte del alma que el poeta ponía en un cuerpo nuevo; permanecían con simulación inquietante de protagonismo, con avisos egregios: un suspiro, una atenuación de la sombra, un pálpito, un movimiento mínimo; el teclado era un mosaico de emociones que hacía arder el entusiasmo. La complicidad de los asistentes aumentó la grandeza del poema y de una nada sin emulsión supo la mujer firmar los versos más bellos que escribiera el teclado en la inspiración de un instante, cuando se asomara la tarde por la deseosa cristalera del salón.

 

 

            Ramón Llanes. EL CAJÓN DEL SASTRE

martes, 14 de enero de 2020

NACER A LA VIDA


 

                                      37.- nacer a la vida

 

Por escribir versos terrestres

nazco a la vida

en cada minúscula letra

y en cada renglón.

Es la necesidad espiritual

que me ordena el alma

y me requiere la inocencia.
 
 

Ramón Llanes. (FÁBULA DEL VACÍO)

HUELVA


HUELVA.-

 

 

            1.- Huelva me dice marisma                        2.- Huelva me dice serranos

            fandangos y marineros                                paisajes de encina y sol

            mar de leva y aguamar                                de amaneceres tempranos

            Huelva me dice Conquero.                         y amistad de la mejor.

 

            Me dice verde campiña                               Y me dice campechanos

            la vega larga y toreros                                 hombres de surco y dolor

            salinas y bajamar                                         tierra adentro de secano

            y me dice rocieros.                                       gente de buen corazón.

 

 

            3.-Huelva me dice recuerdos                       4.- Huelva me dice ternura

            de coplillas y tonás                                       mosto nuevo y naranjal

            de minas y barreneros                                 tarea de agricultura

            de prisas de libertad.                                   y tardes que no se van.

 

            Y me dice ganaderos                                   Huelva me dice aventura                            

            y puertas de par en par                               descubrimiento y hogar

            oficio de cante viejo                                     poesía y hermosura

            y guitarras bien templás.                             y fiebre por regresar.

 

 

                        ESTRIBILLO:  Y Huelva huele a saber

                                                   a romance y a soñar

                                                   a flores en la pared

                                                   a capricho de la mar

                                                   a sonrisa y a querer.

 

 

 

 

 

Letra: Ramón Llanes.

Música: Alonso Pavón.