RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

miércoles, 31 de enero de 2024

ELPATIO

  

         EL PATIO.

 

Es jueves en toda la ciudad que el tiempo no hace altos para celebraciones de terraza, rulos y rímel de droguería. Eso, jueves sin remedio, para Petra, Tomás, Lelo y Paca, jueves para todos, sin saber que la espera no tiene nombre de hembra ni es un vozarrón quien la anuncia. Al poco de las once se abre el patio a la fragancia de los vecinos, aún no hierve la olla, canta el jilguero harto de presidio, suena en la radio una canción de Peret, el gato invita a la destreza y los geranios, como si nada, secos. Pasta, toda; frescachona la Petra, dormilón el Lelo, tumbao Tomás y lenta la Paca, un cuadro, un cuadro más quieto que la lavadora, el último enjuague se fue por la cañería antes del invierno. Es mejor lavar a mano, dice Paca; a mano tranquila, de mes a mes una y por vergüenza, más que por ganas.

Los cuatro vecinos no tienen edad para vaguezas ni paro que les dure un siglo pero cualquier chapucillo alivia el puchero, no se necesita tanto para estar pendientes de la vida, a ellos les va que la vida les mime. A los treinta y tantos de cada uno -las mujeres aún conservan la dignidad suficiente como para quitarse alguno-, las metas están cumplidas y todo se resume al trajín del patio, elemento común que las dos parejas conservan como oro en paño, dentro de sus posibilidades (entiéndase ganas) para tenerlo como mesa, comedor, mentidero y, a veces, dormitorio (también común). A poco de las once le llega turno de patio al cincuenta por ciento de la población y entran en escena de bata Paca y Petra, cubo va fregona viene, pilistra, babuchas y conversación, a medio pulmón, que los reyes sueñan cosas mejores y practican el saludable don del descanso para no estrenar los músculos que aún permanecen intactos en el cuerpo, como también gran parte del cerebro, así, sin gastar, con gallardía y honra. Conversación en el patio con radio y pájaro amordazados; Petra, triste como las magnolias; Paca bostezando humo, otro cuadro. Por la puerta de atrás aparece Lelo, tiritando de hambre, no tiene fuerzas para tiritar de otra cosa, levantando las manos en señal de ayuda y abriendo la boca como los lobos; se restriega los ojos con parsimonia, hace como que se limpia las legañas, dice buenos días y cae sentado en el banco del patio, es un decir, porque parece que se desmaya; queda inconsciente treinta minutos, treinta minutos que le come terreno al sueño y se libera de maquinar para tener la obligación de engullir algo que sirva para engañar al hambre. Sentado de tal manera pide agua y un cafelito y le cae un “ve tú” que le tiembla el cogote, se amedrenta y corrige la petición haciéndose el dormido. A la escena Tomás, descalzo de pies y manos, tarareando “el probe Migué”; llega al cónclave como si trajera todas las soluciones en la memoria y los reúne con animación junto a las flores; todos acuden y en un santiamén de quince minutos la concurrencia presenta quorum suficiente como para oír y callar que es lo máximo que se pide. Tomás propone montar un cuadro flamenco entre los cuatro para chuparse el verano correteando ferias a poco más que lo necesario para viaje, merienda, cena y almuerzo, que a dormir ya ayuda el destino.

Se levanta la sesión -que no ellos- con consenso, acuerdan ensayar siempre por las tardes para no estropear las mañanas de sueño, alquilarán trajes de gitana con peineta y caireles, una guitarra, dos panderetas y un tambor de muchos rocíos. Cuatro sevillanas por aquí, dos rumbitas, y como palo fuerte el Lelo por fandangos, que los aprendió durante su estancia en Alemania en un tablao. Ahí queda eso, el cuadro, con telarañas y sin “alcayatas”, cuatro barandas que intentan perder la vida por esos andurriales de Dios, “jarguíos” y trapalones pero con una miaja de arte por esos cuerpos. Aquí, el cuadro flamenco, “El Patio”.  

 

 

 

 

 

 

                                  R. Llanes  

EL DEDO MEÑIQUE

 EL DEDO MEÑIQUE

Mi amigo Pedro tiene una especial dotación para tocar la guitarra y la domina con destreza y cualidad hasta ofrecer conciertos por gran parte de la geografía usual de la vida lírica que sus alrededores le permiten, es un hombre gentil y noble, acostumbrado a cambiar música por sonrisas y muy dispuesto a enarbolar la bandera de la amistad; mi amigo Pedro es un referente en el conservatorio, reparte conocimientos y compagina los pentagramas con los abrazos pero el jueves pasado al despertar observó que le faltaba el dedo meñique de ambas manos y buscó desesperadamente entre las sábanas por si de una rebeldía fugaz se tratara; la búsqueda no tuvo éxito y el amigo Pedro vaga sonámbulo con la carga de su tristeza por las aceras muertas de su insoportable mundo donde la guitarra, la sonrisa y los abrazos ya son olvido.
Entró la tragedia en casa sin anestesia y provista de dolor impuro, los pasos son con rémora amarga, no se respira sosiego, el mundo es una bajamar de improperios y no se cuentan festines para celebrar otras cosas menos imposibles que la pérdida de un dedo meñique en un músico excelente. Mi amigo ha perdido la confianza en los sueños, se ha fajado en la osadía de ser huraño y tosco, habla como ido del jardín donde tanto vivió y tanto amó. No sabe, no quiere, no puede mirar para otro lado que no sea los espacios huérfanos que ocuparon sus dedos meñique.
La barcaza de ayer naufragó de nuevo en el mar de las incertidumbres y se vieron ojos sin vida acosados por una sinrazón, los niños del otro mundo apenas tienen capacidad para añorar otros horizontes, las aguas se tragaron las sonrisas. Los que habitan la otra orilla piden pan a todas horas y les entregan metralletas de verdad con balas de odio. Las banderas blancas se han caído por falta de brazos para levantarlas, las bombas son, allá lejos, la costumbre impuesta. Bimba, Trade, Josué, Inira, Lala, Patrice, Songa, Nuna y mil millones más de humanos fueron sometidos al control de la guerra, fueron muertos por la insatisfacción de los poderosos.
La última patera tampoco aguantó la fuerza de un sueño mejor y se ahogó sin avisar, ahora los viajeros claman ayuda con las manos, el mundo culto ocupa los foros del olvido con despreocupación y rechazo, la única Paz que encontraron los pocos salvados tenía forma de manta.
Ramón Llanes.

martes, 30 de enero de 2024

MIS LIBROS DE CULTO

 MIS LIBROS DE CULTO

 

        

         El libro forma parte de las reservas emocionales y psíquicas que cualquier ser humano que haya burbujeado en esto de beber libros a todas horas y devorar novelas como lobo hambriento, conserva para sus estados de anemia y para sus quebrantos. Esa solución que propone cada libro es un salvavidas en altamar para un náufrago perdido o despedido de esta vida indolente de malsanas costumbres y también un eco que te zumba la memoria con la mejor orden y produce el mágico efecto de quedarse en la intimidad del cerebro, el conocimiento de lo leído; la esponja de la mente hace sus confabulaciones y se apodera de lo que más gusta o necesita.

         Más que leer he conseguido tener con los libros una actitud de complicidad y apego; mi referencia principal es la poesía y los poemas han entrado en mí con una consentida confianza, la mayor de las veces en una conformidad mutua con el autor o con el texto. La palabra escrita es mi culto. Mi orgullo, en este escalón de los sueños, es -lógico- vivir pero en la misma línea, mi orgullo: haber tenido la facultad del conocimiento y después haber entendido el mensaje y haber interpretado el arte en todas sus disciplinas. De igual manera mi relación con la novela se ha extendido hasta configurar diálogos con los personajes, entretenimiento con ellos y disfrute con sus concupiscencias, vaguedades o desengaños. Exactamente igual que con mis amigos reales de la vida.

         A veces me ha costado distinguir la ficción de la realidad y eso ha dado más consistencia al aprendizaje y mucho más culto al libro. Y ahora es mi alimento imprescindible de cada día.

         Para reseñar mis libros de culto escribo una A y una Z, en cuya escala se encuentran las miles de simbologías que me han privilegiado este paso casual por esta biblioteca casual que es la vida. Los autores se ríen en mi entorno íntimo, regañan entre sí y se duermen en los aposentos que a ellos reservo en mi guarida cerebral a donde entran exclusivamente quienes se saben pasionalmente recibidos. Y así, el libro  y todas sus consecuencias, son mi culto.

 

         RAMÓN LLANES

NOS QUEDAMOS

 NOS QUEDAMOS

       Pensaremos que resultaron vencidas las inclemencias, haremos el maletín de los sueños, miraremos a todos los lados posibles, tocaremos las ofertas que surten el polvorín del mercado, cansaremos de pensamientos la voluntad, fingiremos que es necesario marchar del lugar de la rutina y decidiremos, a última hora, quedarnos.

       No solo nos asustaron la lejanía, el viaje, los trenes, los equipajes o el ajetreo, que también nos dio pereza movernos, que aquí seguiremos teniendo la posibilidad de observar los gestos más cercanos y los paisajes más nuestros, la soledad más útil y las calmas más queridas. Y tendremos la cena a dos minutos, la conversación al instante, el amigo a una mirada, la paz esperándonos y el tiempo hecho a nuestras pausas. Y tendremos, por si acaso, el consuelo atento y el abrazo afable. Son demasiadas cosas que perder a cambio de otear un horizonte extraño que a veces produce envidia y otras veces se convierte en alergias a lo tan distante.

       Y cuando pase el mundo dando las mismas vueltas de a diario, con el llamador puesto en bocina estridente buscando adeptos, tampoco necesitaré reiterar en mi propósito los deseos de estancarme en el encanto que me ofrece la vida que vivo y adoro, y no me iré, salvo fuerzas mayores, a donde no me llamen con insistencia.

 

       Ramón Llanes

lunes, 29 de enero de 2024

HACE DÍAS

 

HACE DÍAS

 

 

         Hace días que busco no sé qué foto antigua guardada más en el recuerdo que en el álbum, donde me sostenía el estío vestido de enamorado por los entresijos libres de un tiempo ajeno a casi todo menos a libertad. En los primeros escarceos de aquellos amores que perdurarían y en las opiniones permitidas, jugábamos a hombres en el contenido de los debates y hablábamos, sin saber, de democracia y utopías.

         Encontré muchas de las fotos pretendidas y fijé más atención en las formas que en los contenidos.  Deduje de ellas los hitos de felicidad que la inercia de la juventud concedió; éramos un futuro en condiciones -por ponerle un elemento de cierta vanidad- que se fraguaba fuera de derechos, desconociendo los términos legales que podría imponer la lucha y éramos un manojo de griterío que empezaba a no ser manejable. Éramos también el primer conato de rebeldía, expresado en las formas de vestir, en el pelo largo y en las canciones; y éramos muchos, suficientes como para enterarnos de qué iba el mundo e intentar cambiarlo.

         Las fotos de treinta años después, también encontradas en la caja de zapatos donde siempre se guardaron, ofrecían una simbología distinta. Aparecemos más en familia, menos con amigos; más acomodados, casi adaptados al sistema, con la convicción de haber conseguido logros importantes y sobre todo sin haber perdido esa culpa de idealización de la que fuimos sospechosos y condenados por nuestra propia sociedad.

         Las fotos escondidas ya en el ordenador desde hace años hacía acá, ya no sustentan  los organigramas que fueron el fruto del trabajo joven para la posible modificación del sistema, ahora los gestos que observamos en esas muy recientes fotos desvelan impaciencia y desencanto, como para volver a constituir la asamblea y volver a iniciar el cambio. Y no me avergüenzo de haber buscado las dichosas fotos.

 

 

         Ramón Llanes

 [U1]

CONSIDERACIONES

  

CONSIDERACIONES. 

Sin ganas de aparentar que el viernes convierte los nudos en esperanzas, sin especiales compromisos que invadan todo el tiempo que se aposenta en el horizonte, sin calor en la sangre capaz de recalentar los huesos tan enfriados por este tiempo, sin demasiadas opciones para diseñar el viaje de mi vida, sin pelos en la lengua que me domestiquen los improperios de algunas veces, sin solemnidad para soportar una homilía de domingo, sin tolerancia suficiente para escuchar las constantes falsas promesas de algunos políticos, sin agallas para excluir de mi ámbito a quienes no me enriquecen…

Pero sí con ganas de seguir formulando ideas de convivencia, con las esperanzas puestas en los ojos de las gentes, con la benevolencia para atender razones, con generosidad para entregar todo lo que dé tiempo. Incluso me queda un grito de ánimo para alentar alentar a los pueblos nuestros que están en su habitual andadura y hacen posible las aventuras de cada día.

Así, como quien dice, tenemos muchos gustos y suficientes medios humanos para seguir pensando que vivir es aún un sueño no descubierto.

Ramón Llanes. 

domingo, 28 de enero de 2024

EL VIAJE DE LOS NIÑOS

 EL VIAJE DE LOS NIÑOS.

 

La profesora de baile tiene unos ojos verdes preciosos y un carácter afable y comprensivo; es de fuera, de un pueblo de la costa, su padre no es marinero, sus dos hermanos también son profesores. Hoy, en la clase, nos habló de ellos, nos intentó explicar las cosas de su pueblo, nos hizo un croquis de su calle, nos pintó su casa, nos entretuvo durante largo rato porque faltaron tres niñas y no pudimos realizar el movimiento que habíamos ensayado la semana pasada, aún así, sonó la música, nos colocamos y comenzamos a bailar como siempre. Yo tengo seis años y sé los pasos del tango y de las sevillanas, mi compi también pero Rosa se pierde y se cae algunas veces.

Dijo la profesora que estábamos muy revoltosas y nos prometió, que haríamos un viaje a una ciudad de Portugal y bailaríamos y nos lo pasaríamos bien. Entonces nos pusimos alegres y saltamos y dimos la clase con otra emoción.

Mi madre no comprendió lo del viaje y me hizo poco caso a pesar de tomárselo en serio, como me decía, pero mi padre, aquella noche, me enseñó un mapa de Portugal y fuimos recorriendo con el dedo todas las carreteras hasta llegar a cualquier ciudad. Allí nos llevaron a un hotel, me tocó en la habitación con María y estuvimos hablando casi toda la noche; cuando nos despertó la profesora dimos un brinco enorme y con muchas ganas bajamos al comedor, desayunamos y nos fuimos a pasear por aquella bonita ciudad portuguesa. Las gentes son iguales que nosotros pero caminaban más a prisa, vimos una plaza con una torre muy vieja y una estatua de un poeta que nació allí; el poeta tenía barba, unas gafas pequeñas y un libro en la mano, de su nombre no me acuerdo. Almorzamos junto a la playa en un restaurante llamado “Forcado” y todas las niñas reíamos y nos lo pasábamos de rechupete; y luego al parque donde había flores, muchas flores, y monos y palomas y caballos.

Nadie quiso que terminara el día pero a las nueve era la actuación en el teatro “Pessoa” y nos preparamos para bailar, y bailamos muy bien y nos aplaudieron cuatro veces y nos pidieron que repitiéramos las sevillanas y luego nos regalaron bolsas de chuches y una placa para el colegio.

Por la mañana con lágrimas y tristes nos montamos en el autobús que nos traía a casa y ya no cantábamos en el camino y hasta la señorita tenía los ojos perdidos y en silencio mirando por la ventanilla.

Mi padre seguía dando vueltas con mi dedo por el mapa de Portugal, explicándome lo que sabe de esa tierra y deteniéndose algunos momentos para contarme su experiencia. Aquí una foto, allí comimos, allá no encontrábamos el hotel…y un montón de vivencias, como el decía, que me hicieron feliz.

Cuando entramos en clase, el lunes siguiente, dieciocho de abril, la profesora nos dijo que lo del viaje no era cierto, que solo intentó estimularnos para que bailáramos mejor y nos tomáramos las clases con menos alboroto, quitándole importancia al comentario y continuando el baile como si nada hubiera pasado muy a pesar del delirio roto a mi amiga María que ya tenía las maletas preparadas.

Con toda la tristeza en los ojos le conté a mi madre lo sucedido y sin hacer caso a la profesora le propuse que siguiéramos con la ilusión completa como si al mes siguiente tuviéramos que hacer el viaje a Portugal y así lo hicimos.

 

 

 

 

 

                                             Ramón Llanes 

EL QUE LLEVA FLORES

 
EL QUE LLEVA FLORES
 
 
 
 
El que lleva flores de pensamientos,
azucenas blancas para este sur,
gardenias de América, como tú;
orquídeas y lirios, flores de viento,
 
margarita y dalias, halo y aliento,
en dinteles blancos la rosa azul,
hortensia y caricia fina de tul;
en el espejo clavel, aposento
 
de novias de sueños con amapolas,
con violetas y con girasol,
sobran lunas llenas con aureola,
 
 jazmines, jacintos, sol y rumor,
fuente que se duerme con la farola
y amores que despiertan de pasión.
 
 
 
 
 
 
Ramón Llanes

REVERSO

 
REVERSO.
 
 
Ahora tienen hambre el agua y la sombra,
se corrompe el frío
con una soledad tremenda,
la calle resulta un calvario
y de noche llegan perros que roban la sonrisa,
suele faltar leche en el albergue
todas las mañanas,
nadie ha llamado a la muerte
y a diario se presenta
con genio y enfado.
En muchas oscuridades
de este sur nuestro como la alegría
fenece el sentido del amor
sin comprenderlo.
 
 
Ramón Llanes

SOLO CON UNOS VERSOS

SOLO CON UNOS VERSOS



Todo esto podría cambiar, podría acabarse el mal ruido, el miedo al sistema, todo podría cambiarse si nos pusiéramos a ordenar la parte lírica de la conciencia, si entendiéramos cómo son los afectos y para qué existe la concordia; podríamos cambiar la podredumbre de las mentes que alejan el contenido del concierto y se meten droga de rabia entre pecho y espada creyendo que son leales al virtuosismo de la mentira, o podríamos cambiar las banderas que separan y los rezos que separan y las vestimentas que separan y las risas que se separan, todo podríamos cambiarlo por un signo de esperanza rebelde que diera al traste con los humanos que desprecian, todo esto podríamos cambiarlo solo con unos versos.



Ramón Llanes 28 enero 2024.

viernes, 26 de enero de 2024

SI ME DIJERAS

SI ME DIJERAS



¡Eh, amigo,!, si ahora me dijeras que fuiste patrón en vida y nunca surcaste un mar bravío o que para llorar te llamaron a las exequias y no supiste derramar una lágrima, si tuvieras ese valor indeleble de decirme que ejerciste mucho tiempo de director de una entidad bancaria y que nunca otorgaste un préstamo, que de sacerdote jamás sanaste un alma, que no marcaste un solo gol en tu periplo futbolero, que te olvidaste de amar habiendo sido fogoso amante, que no lograste recitar tus versos cuando fuiste poeta, si me dijeras ahora que tu merecida soledad se debe a tu cobardía y que no aprendiste a gritar para lograr mejor justicia y que te conformas con el yo mimé conmigo y que te dejemos seguir contando los instantes que te quedan para llegar con más desgana a tu ombligo, si ahora me contaras todo eso, amigo, me sorprendería tanto tu indolencia que me iniciaría en volver a empezar a quererte.



Ramón Llanes.

CALCETINES

CALCETINES
A la izquierda del cajón de la mesilla hay un oscuro placer de rebuscos silenciosos, todo parece muerto o perdido en una nada destructible; pasan minutos y días y años y la soledad no se inmuta ni el miedo le inquieta, el trajín está en otros lados de la casa y en otras partes de la alcoba. Cuando la mano solícita toma cuidadosamente la ración de calcetines para la jornada, el ambiente se muestra alegre, pierde su opacidad, se despereza; los bultos toman formas de luz y pierden el color a sombra sostenida. Los calcetines vuelven a la vida, a una vida de abajo, a restregarse por la piel despierta, a calentar las manos de los pies y a preservar de insolencias la humanidad más oportuna del amo.
La tarea requiere movimientos previstos y danza intensa; la calle impone lentitudes y prisas, pisadas y calmas, la calle tiene sus códigos que los calcetines conocen y se adaptan al tedio y a la armonía con toda dignidad. Antes de cerrados los ojos, la mordida del tiempo conspirará contra aquello entendido como perverso en tal relato, sin corresponder con la docilidad aparente de los ajenos calcetines a tanta treta. Ellos están en su mundo de complicidad: a no romperse en el trayecto, a permanecer en su altiva humildad y a callar las dudas de dolor durante la querencia.
Salir del cajón de la mesilla pudo ser un débito de la libertad que el amo concediera, merced a sus tratos tácitos y a sus atenciones. Luego se verán en el lavado con otras prendas para más amenidad y a la postre regresarán a su hábitat después de dejarse acariciar por la tierna paciencia de la madre y el deber habrá sido menos agónico, salvo que la picadura del uso haya deshilachado las puntas y deje herida y dolor hasta el próximo cosido. Los calcetines observan los modos de las personas con una perspectiva gigante, son ellos los reposaderos del camino y asueto imprescindible para esta supuesta manera de vivir. ¡Cuántos secretos habrán guardado los calcetines!.

Ramón Llanes

jueves, 25 de enero de 2024

PRESENTACIÓN DE POLIFONÍA DE ÁNGEL POLI

 

PRESENTACIÓN DE POLIFONÍA DE ÁNGEL POLI

 

Es como si Ángel se hubiera puesto a escribir en 1990 y hubiera acabado nunca. No en tus pupilas, más allá. Como si hubiera empezado a descubrir un verso en un charco qué consuelo cruzar caminos que has cruzado y volverse poeta de pronto o un indígena de la ausencia; como si hubiera invertido el infinito de sus tardes amorosas y se diera cuenta de ti, tu piel entonces asciende al mismo son de gracia y de sentido. Como si se hubiera encontrado con unos ojos y se hallara privilegiado en la estepa más absurda, sé de un lugar perdido que batalla con mitos y certezas y de aquel misterio de indelebles sueños pronunciara su discurso de prohombre en las esquinas del mundo y evocara su palabra defiendo con silencio lo que predico, no en tus pupilas, más allá. Y luego el grito pálido de otra evocación para señorearse en la humildad de su cristal humilde mi torre de marfil ni es torre ni marfil, solo una choza de donde salvo más que en mar abierto, y no se quejara de ser un náufrago, un redimido o un preso de olas que anduviera buscando las orillas de la otra parte de la libertad, no en tus pupilas, más allá, diría, cantaría, vocearía por las tempranas enredaderas de sus tranquilidades.

Es como si Ángel nunca hubiera escrito un poema, como si no supiera qué es un verso y se creyera que una metáfora es un sobre lleno de letras y como si no supiera qué nombre ponerle al día y se encontrara con que a la distancia de trescientos metros una mujer se acerca, y lloraran juntos o amaran cada cual por su soneto y sellaran con algo de lejanía el deseo de un abrazo, suena la voz y voy a su encuentro, una rapsodia pisoteada en un baile de hormigas donde recitaba el poeta  y el recordar que es tanto posible como puede la hormiga diez veces con el peso de su cuerpo y la más pequeña lombriz se mueve fuera de escena advirtiendo no en tus pupilas, más allá; y se haya humedecido tanto la voz de Ángel que solo quede un reguero de los versos menos rotos que olvidaran las pisadas en el baile y oliera de nuevo como si apareciera un místico con bigote que pretendiera saber escribir a los idos y a los eróticos y vieran los siglos que la Onuba vieja, tan calada de humos y tan estrecha de trenes, gozara de un andante Baudelaire, misántropo como el gemido de una garza, insistente como la llovizna e intrépido como un verano, un paseante de bulevares que no existen, llevando siempre en la cabeza un poema, en el bolsillo una carta, en la sombra un libro; ese Ángel que no ha desaprovechado presentar sus versos a concursos de otros universos distintos de este de acá y ganarlos, que puede enseñar cómo es de tímido el pudor, cómo de cercano su tránsito y cómo solo tiene veinte palabras para pronunciarlas y un millón de hipérboles para arropar sus versos. Ese Ángel, que entiende su libertad como un cuaderno. A ese me refiero, a ese que un día escribió a tono con su estadio de armonía: no en tus pupilas, más allá.

 

       Ramón Llanes. 25 enero 2024 en 1900 Company Bar.

miércoles, 24 de enero de 2024

PODRÁN CORTAR TODAS LAS FLORES

 PODRÁN CORTAR TODAS LAS FLORES 

         Las guerras siguen su curso devastador, sin mirar horizontes ni futuros; no han dejado de ser negocio para los fabricantes de armas y odio, importando muy poco el rastro de dolor que dejan y las catástrofes que producen. Mientras Allende nos invitara a reflexionar con su eterna filosofía de “podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera”, mientras se han proyectado sobre el mundo innumerables compromisos de antiviolencia, se siguen cortando flores, muchas flores, casi todas las flores. Solo nos queda el lema, hasta que sean capaces de detener la primavera porque cortarán la vida de todos los amantes de la primavera.

         Estos malditos señores de la guerra se reproducen con la facilidad de las hormigas y están en todos los sillones, girando poder a sus anchas y pronunciando burla a los principios del bienestar y de la vida. Aún son llamados a opinar quienes deberían estar siendo juzgados por la humanidad; no concebimos que tengan los mismos derechos que el resto de los seres y tienen más derechos y privilegios que todos nosotros juntos.

         Julio Anguita perdió a su hijo en una de estas horrorosas batallas y se atrevió a escupir a quienes apoyaban estos bélicos conflictos. Desde entonces, desde siempre, se siguen cortando flores y el jardín es cada vez más enfermizo, más solitario. Siria, Ucrania, más allá Irak y siempre Palestina; hemos perdido la cuenta de los muertos, nos han prohibido contar, han dejado de enseñarnos a plantar flores con la felonía del miedo.

         Nosotros, acá, domados por las razones del progreso, pendientes de no incumplir los plazos del enredo de vivir, agazapados detrás de las cortinas, sentimientos de rechazo en mano e incapacitados para reaccionar, admitiendo la luctuosidad como casi necesaria. ¡Cuándo habremos tocado fondo en la conciencia para revolvernos contra todo lo que se mueva en pro de las guerras, cuándo!. Si es, que sea con la paz, solo con la paz, a ver si comenzamos colectivamente a salvar las flores que nos quedan.


         RAMÓN LLANES. 

martes, 23 de enero de 2024

FLORES EN EL LUPANAR

 FLORES EN EL LUPANAR

 

 

         Llegaban flores todos los días, las flores traían un olor fuerte a distancia y a deseos, una carta escrita con cuido expresaba el amor en apenas diez palabras encerradas en un secreto. Y todos los días el lupanar olía a flores rojas, olía a mensaje de complicidad y a melodía de pasión; se vestía de silencios y de sonrisas, como se visten los prados, se recogían los saldos desordenados de la noche, se hacían números esperando las horas y se atardecía con ansias.

         La vida en el lupanar no era cortejo en su esencia discreta ni era burdel en su escalofrío, el tiempo se alimentaba de caricias, no existía la soledad ni los compromisos, nunca llegaron a devolverse las flores ni a ocultarse los besos. Ellas reinaban celosas, deshacían truenos y escándalos, miraban los ojos y los cuerpos, sin ser amantes, sin prohibición, con el descaro de la ternura; reinaban en los hombres y en sus pensamientos hasta revolverles de placer todos los tránsitos antes nunca vividos.

         Y los hombres salían siendo dioses de un olimpo de estetas, desahuciados de las lacras que la vida de afuera les dejaran en los labios y en las cicatrices; los hombres se desfiguraban del miedo, renacían, gritaban, lloraban en otros brazos la osadía de su desnudez y acababan implorando aquella verdad como única, en ellos nunca habida. El lupanar fue la parte de gloria que los solitarios encontraron y la quietud del abrazo que desearon.

         La noche del treinta cerraron las luces intermitentes del lupanar porque los odios protestaron contra sus prácticas. Desde entonces la vida es tal simulacro como antes, los hombres dejaron de circundar aquellos amores y el tiempo se encargó de apagar los deseos. Las estadísticas oficiales no han publicado si se mantuvo en aquel ámbito idéntico grado de felicidad entre los habitantes solitarios pero sí publicaron que todos los días llegaban flores rojas a la puerta cerrada del lupanar.

 

 

 

         Ramón Llanes 

SUSANA

 

“Todo cuanto aprendí del Olvido”. Todo cuanto aprendí de mi padre.
Mi padre está hecho de ternura, de sentimientos, de sensibilidad. De aromos, de Andévalo, de mineral. De PASIÓN. Una pasión desmedida a la tierra madre: Tharsis. Y todo ello queda reflejado en esta obra particularmente y en toda su obra en general.
Es una obra intimista y a la vez colectiva. Es tierna y a la vez dura. Es historia viva de nuestro pueblo y de nuestras gentes. “Todo cuanto aprendí del olvido” es Tharsis y es él: mi padre. Es su vida y son sus sueños. Y es un alegato de amor, de amistad y de vida.
Gracias, papá, por este gran regalo en forma de libro. Por tanto sentimiento y por tanto amor. Gracias Ramón Llanes Domínguez por tanta emoción.


lunes, 22 de enero de 2024

EL ERROR DE LAS GUERRAS

 EL ERROR DE LAS GUERRAS

 

 

Cada vez que huele a fusil

asoma la muerte por la última rendija de la vida,

es su vicio maldito, su colofón pensado

con entretenimientos y mentiras;

los hombres no huelen,

han perdido el olfato de la paz,

sucumbieron a la seducción de los credos,

ahora son líderes de algo miserable,

son inventores de las guerras

que fueron hechas para matar a la humanidad

del saldo que desprenden las sonrisas.

Las bestias que incitan al castigo

se persignan antes de ordenar al verdugo,

son hombres de plomo

desorientados del afecto,

son hombres que adoran venganzas

y evolucionan con ojos desiguales,

con manos tatuadas de asco.

Nadie sabe, nadie aprendió a detectar maldades,

nadie impide que las guerras sean

promocionadas, nadie sabe cuidar

el grito famélico que dejan los niños

en las crisálidas noches de la presunta vida.

Nadie ha reparado en el dolor.

 

 

Ramón Llanes. 

domingo, 21 de enero de 2024

LA FIDELIDAD DE LOS OBJETOS

 LA FIDELIDAD DE LOS OBJETOS

La relación del ser humano con los objetos llena de extrañeza su significado; nos resultaría incómodo establecer con ellos una relación distanciada y fría con un trato de posesión y otro de dependencia o con prepotencia y sumisión. Llegaron a nuestras vidas, en la mayor de las ocasiones, en un acto consciente de nuestra voluntad previo requerimiento expreso de nuestro deseo o como causa de una contraprestación emotiva por razón de alguna efemérides o circunstancia llamada a compensar la amistad o el amor con un objeto a modo de regalo. Una vez en nuestro círculo de propiedad la vida del objeto discurre por una serie de aconteceres de muy diverso gramaje sentimental quizá hasta constituir auténtico fetiche o mito de imposible desafectación de nosotros mismos. Los objetos -no todos- consiguen entrarnos de lleno y ser parte de nuestro carácter e identidad, están en nuestro juego y en nuestras ocasiones, se muestran con orgullo, se les otorgan privilegios de estancia, de mimo y de casi reverencia íntima.
Los objetos, sin embargo, guardan, -por su especial posición de quietud-, una ética (dicho sea como pura licencia literaria) de fidelidad indestructible. Me contaron de la huida de una familia en tiempos de nuestro horrendo conflicto bélico dejando todas las cosas y encendida la luz del salón, encontrándola también encendida casi veinte años después cuando se produjo la vuelta. Los objetos no tienen intención de cambiar de sitio ni de amo, no se mueven para aparentar ni hacen oposiciones a otro trato mejor, nunca abandonan, nunca desisten, permanecen siempre -quizá una eternidad- con su inerte atención a las personas sin importarles la dependencia o el deber de sumisión; son objetos, con toda su capacidad, sin sentimiento ni voluntad, distintos de los humanos pero apetecidos por estos y nunca en viceversa. Es la grata sensación de fidelidad que producen los objetos.
Ramón Llanes.

sábado, 20 de enero de 2024

QUERIDO AMIGO

 QUERIDO AMIGO

 

         Estarás asomado al mundo como deseando una vuelta a modo de pasatiempo y asombro; por aquí las cosas han perdido la sensualidad, los hombres perdieron la sabiduría y la hondonada que dejaste aún permanece. No huele a germen nuevo ni a palabras, no se distribuyen cubos de afecto por las calles y el sobrante de versos que se quedaran en la puerta a punto de salir, -cuando cerraste la última mirada-, allí siguen, solos, mordidos por la inacción y la culpa.

         Sabes que nunca fuimos pensadores de futuros a largo plazo, que nos gustan los placeres espontáneos, que se nos olvidan las querencias y sabes que el entramado de la verdad siempre lo descubrimos después del pensamiento. Así las cosas, nos quedan la peineta, el baile, la bandera y poco más para continuar rompiendo vanidades. Unos surgen de una nada insólita y se visten de profetas, otros se esconden detrás del miedo y no son valientes para entregar la cuchara del mando y los más retorcidos reniegan del sosiego y del trajín, del azul y del amarillo, reniegan de estar y reniegan de marcharse, ¡absolutamente un incendio de psicopatías desnortadas!.

         Ahí vamos, con el “locajo” puesto llamando la atención de los poderosos en vez de recurrir a los sabios, haciendo amistad con las nuevas miserias de lo mediático y desperdiciando el tiempo en monsergas mediocres y vacíos cerebros.

         Cuando estabas creíamos en otros trazos pero hemos perdido el rumbo por la escasez de habilidad, amigo. Al regresar a este sitio tan nuestro desde donde se nos permitía comunicarnos con la vida, ahora que estoy en ello y me vence esta melancolía de novato, sostengo en los ojos el abrazo que nos hizo la amistad y no sabría decirte qué sensación se me va a quedar en el alma, si esta del jolgorio inestable o aquella del abrazo, pero huyendo de la trampa de la nostalgia solicito envíes al pasmo de ahora una locomotora, un columpio, unos zapatos o un trozo de sentimiento, para que podamos jugar a tenernos y nadie crea que eres la fábula de mi fantasma de cabecera en noches de insomnio, que nadie sepa que nos prometemos aparte del afecto, la guitarra y la conciencia; que nadie lo sepa, amigo.

 

 

         Ramón Llanes 

jueves, 18 de enero de 2024

UN MUNDO DE BUITRES

 

UN MUNDO DE BUITRES

 

Tenemos el vicio adquirido de vivir, hemos sorteado relámpagos, vendavales y sofocos, nos admiran las galaxias porque hemos sometido a la desidia, cada cual lleva colgada  su medalla de protagonista de algo, hasta los miserables tienen su hueco y sus adeptos y parece que dominamos el universo. ¡Cuánta mentira!. Mientras nos ocupábamos de la cultura, de catar el vino de la última añada, de leer lo actual y de fomentar el debate sobra filosofía o inteligencia artificial, los buitres crecían a nuestro alrededor pareciéndonos lo más natural; y no resultó extraño un desahucio a una familia sin recursos, el inicio de una nueva guerra, el incremento de los puntos de interés en la hipoteca, los recortes en sanidad y educación, la expulsión de inmigrantes. Nos alertó un poco el debate político sobre la amnistía pero solo a niveles estrictamente demagógicos, porque estar en su contra aportaba aceptación y voto, solo por eso, que la idea del perdón propiamente dicho importa un carajo al personal; también de este resuello apolíneo nacieron buitres y catervas de buitres que en cada soborno encontraban un filón de riqueza. Y cuando hemos querido eliminar a los buitres ya ocupaban mesas importantes, podían decidir y dominaban el pequeño estado de nuestras quimeras. Ahí están ufanos y altivos mostrando su slogan de “os cambiamos vuestros dioses por nuestros diablos”. Ingrato descuido.

 

                Ramón Llanes 18 enero 2024.

domingo, 14 de enero de 2024

ANÓNIMO A SU PESAR

  

ANÓNIMO, A SU PESAR.

 

 

Es de esos chiquillos andariegos y voluminosos que andan la calle a todas horas, cuando apenas se le ve, más se le nota, ataca hecho al tesón de morderse la vida para no perderla y consta que por poco en cada momento aniquila algo de ella. Quien le conoce sabe odiarle, se seduce a si mismo odiando, presume de ser odiado, roba un cuento en la esquina y cuenta un robo en la sombra de la farola. Aún no es hombre y ya ha dejado de temblar al sonido de las sirenas que le persiguen; aún no tiene edad para enloquecer, aún no ha gastado tiempo en sostenerse a base de compañía amorosa; es de esos chiquillos vivos que ha creado la calle para sí mismo, para su equilibrio, para su vicio.

A todas las horas le han visto antes de un escaparate roto, de un asalto a la tienda de ropa, de un tirón; siempre aparece en el antes del chillido de la calle, luego se pierde en un silencio de golfería incapaz de devolverle pudor o arrepentimiento o dolor. Padecerá lo suyo sin que el margen de la acera lo sepa, sin que se acomode a ser víctima. Es su propio rey, el matón de las soledades que llega de nosotros y nos destroza el prurito de bienestar que enseñamos. Él se aprovecha de nuestra educación y civismo; nos traza la línea con una mirada de macarra y solo nos pide dejar de ser anónimo para empezar a adorarle.

 

 

Ramón Llanes.  

A VENDER SONETOS

 

A vender sonetos

 

Hecho y dedicado para Zalamea en intento de ayudar a su comercio, en estas propias fechas y para mi amigo Vicente Toti que colaboró en la inspiración e ideó este proyecto.

 

Así que me pides que bien te lea

mejor  te pido yo que tú me compres

un soneto metido en este sobre

que bien lacro con miel y no con brea.

 

Mejor que vender, comprando me veas

cualquier cosa que aunque poco cobren

sirva para aliviar al comercio pobre

de la insigne y gloriosa Zalamea.

 

Te vendo sonetos de mi cosecha

y tú me vendes pan de tu masera,

así me llevo yo mi compra hecha

 

 tú te quedas cuartetos de primera

para que cuelguen siempre de tus perchas

y los puedas leer cuando tú quieras.

 

 

Ramón Llanes

13.12.2012