RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

sábado, 27 de abril de 2024

CORDIALIDAD

CORDIALIDAD



Alberto confundió la cordialidad con la entrega, anduvo y estuvo de misión en misión humanizando teatros y plazuelas, disfrutaba siendo cordial y a tal agrado se prestó durante la larga posición de su vida, duró casi un milenio en plena efervescencia de cordura, aun permanece, se le ve en otros, reencarnado en la solidaridad, en el empleo y en las altas cornisas de la bondad, lo recuerdo. Ha vuelto a ser un hombre vinculado a un espacio, el espacio a un método y el método a una idea, se le han saltado las primeras lágrimas al ver que no mintió para ser libre, se posiciona a favor de los bohemios y de todas las mujeres, le critican por no saber entonar canciones y le culpan de la fatalidad de sus sueños. No será de este mundo porque hoy ha escrito que no le llamen los bizcos ni las monjas ni los heteros ni los calvos ni los avispados que se creen tener pensamientos cuando por él es sabido que los pensamientos solo son suyos. Lo recuerdo.



Ramón Llanes.

jueves, 25 de abril de 2024

ADVERSARIOS O ENEMIGOS

 

ADVERSARIOS  O ENEMIGOS.

 

 

No siempre los adversarios son enemigos, más bien casi nunca los adversarios son enemigos entre sí. Adversarios podemos ser todos en cualquier momento de nuestras vidas, ciertamente también podemos ser enemigos, pero es más fácil ser adversarios, no lleva el componente de enemistad, odio o repulsa, como entre enemigos. He vivido lo justo para ver cómo los adversarios en el deporte se abrazan, se intercambian halagos, jamás llegan a los insultos o las descalificaciones, está muy mal visto. En el campo de los negocios también los adversarios se respetan e incluso en muchas ocasiones se alaban. De hecho sus corporaciones sirven para tutelarse mutuamente y para programar estímulos, consignas y horizontes organizadamente. Existe también esta armonía entre escritores, periodistas, arquitectos, médicos, albañiles, etc, pero carecen de ella los políticos y no sé por qué. Es obvio que ellos también forman parte de la misma sociedad, sin embargo son enemigos y bien que lo recalcan y bien que lo cacarean.

Es imposible oír un comentario positivo de un político respecto de otro de distinta formación, es muy habitual oírles en descalificaciones, reproches, insultos. Luego se aprietan la mano como si nada y a nosotros nos da para pensar que una de las dos actitudes es falsa. Sin son adversarios no cabe la enemistad, si son enemigos no caben los disimulos ni los abrazos.

 

 

Ramón Llanes.

XAVI


 

XAVI

 

¡Dejadlo en paz!. No es lícito arremeter contra un ser humano que solo se dedica a dirigir técnicamente a un club de fútbol, que intenta hacerlo desde sus conocimientos, que emplea lo aprendido y que en su tiempo de jugador alcanzó la excelencia. Xavi no es un superhombre pero merece mayor respeto en redes y prensa, no ha perjudicado a la sociedad con su actitud ni pertenece a grupo mediático de presión que intente especular o dañar la vida de los demás; es un entrenador que a veces acierta y otras se equivoca, que tiene alrededor mucha gente que le aprecia y le ama, que ha luchado mucho para llegar hasta aquí y que -como cualquier humano-puede permitirse cambiar de opinión. ¡Dejadlo en paz!. En esta era nuestra alguien promocionó una guerra y otras felonías que hicieron mucho mal y que nadie acosó tanto y con tanta maldad como al bueno de este hombre a quien solo le mueve en la vida jugar bien y ganar la contienda en el césped. No es un malvado, ¡dejadlo en paz!.

 

                Ramón Llanes 25 abril 2024.

miércoles, 24 de abril de 2024

LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES


 LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES.

 

 

            Fue un veinticinco de abril cuando se barruntaron en Portugal los primeros signos de rebeldía ante dictados políticos que impedían el desarrollo humano de los seres que habitaban tan bello lugar; fue en Lisboa cuando simularon algunos jóvenes haberse convertido en donantes de claveles obtenidos de una floristería cercana donde tuvieron que esconderse del acoso policial. Ocurrió que el dictado dejó de existir como tal y se acordaron nuevas formas de entender la vida de los portugueses. Los claveles fueron el olor del cambio.

            Quizá no encuentre en la reciente historia de este mundo hecho tan significativamente poético que, a la vez, modificara la estructura de un estado; fue llamada “revolución de los claveles” que por recordarse hoy la traemos a este virtual papel en blanco para considerarnos proyectados en aquella ilusión.

 

            Ramón Llanes. 

SI ME PREGUNTAS


 SI ME PREGUNTAS.


            Si me preguntas qué sueño tuve anoche podré contarte cuatro de ellos, en ninguno estaba la guerra, en todos estaba la gente que se manifestaba contra la posibilidad de la existencia de una guerra. Y era gente de postín, ese tipo de gente tan sencilla y tan hermosa como las flores que gusta de oler, vivir, amar y emocionarse pero son contraria a los conflictos. No se trata de cualquier tipo de gente, son gente sensible, pacífica, libre. Gente de andar por casa sin miedo a que el vecino venga a robarte los libros ¿sabes?, este tipo de gente.

            Si me preguntas con quién estuve ayer, te diré que hice lo de todos los días, una conversación sabrosa con los amigos en aquella bodega de la esquina donde ponen una exquisita manzanilla. Y hablamos de lo de siempre, en la clave de humor de siempre, con el sol que nos acompaña estos últimos días y mirando arder el día y mirando a los amigos. Se nos fue el rato y nos fuimos a casa con un nuevo sentido en el paladar.

            Si me preguntas qué haré esta tarde, te diré que he quedado con el informático para que me vea algo del ordenador, no puedo dejar de escribir todas las cosas que se me vienen a la memoria y disfrutar contándolas. Y luego haré hogar y lectura, como siempre. Queda tiempo para la palabra, en casa la usamos a menudo y con frecuencia diaria, la adornamos, la mimamos, la protegemos.

            Si me preguntas por la vida te diré que no observo que la máquina esta de mi país este, supere los traumas y los dolores, parece que debe estar con intervenciones quirúrgicas cada día, en debido reposo, con anestesias, con rehabilitación constante. Podrás preguntarme cuanto quieras pero tráeme la voz esa de la parte de ahí, de lo que amamos y así hacemos para el fin de semana caluroso una sombra de palabras que más nos agasaje. Y luego ya veremos.

 

 

                                                     Ramón Llanes. 

martes, 23 de abril de 2024

CIGÜEÑAS

  

 

CIGUEÑAS.

 

 

Ya no se van las cigüeñas en otoño para volver al campanario por San Blas, se quedan mudas en el confort de las primeras horas del invierno soportando el templo frío y las peinadas acacias chorreando hojillas por los suelos. Qué les habrá inducido a permanecer, quién hostigaría antaño la presencia para que emigraran a cúpulas más templadas. Qué pensarán ahora las cigüeñas, que a tanto les notamos, que a tanto les percibimos, envueltas, a veces, solo por el pararrayos torcido, por la espadaña descalada, por el rumor.

Las cigüeñas son de nosotros en el aire y en los charcos, nacen y se reproducen a cuenta de nuestra inagotable naturaleza y viven a pulso de equilibrista en la continuación de la altura a la que nunca llegamos y nos ayudan a mirar hacia arriba; y nos observan y sueñan que somos suyos, y nos redimen de la distracción en las homilías de mayo y en los egregios libros que las nombran. Las cigüeñas han montado su guardia y su cuartel en esta esquina del sur por temor a la pérdida de la alta alcoba, sudan y se mecen entre ramas secas y, al igual anuncian que erramos o caemos. Por eso son del tiempo nuestro las cigüeñas, solapadas y contrarias a los remolinos y al espasmo.

Están contemplando cementos y céspedes y solo vinieron a procrear, a dominar naturalmente el medio al que se deben  y después una más allá que no pasará de una mirada traviesa, una mancha blanca en la puerta de la iglesia, un levantar alas y muchas dormidas a pie cojito, sin tambalear ni cimbrearse a costa del de la depresión o el mal humor.

Cuando se vayan otra vez las cigüeñas en otoño y los campanarios se duerman de aburridos a nadie despertará la campana y a solo esquila de luto tocará en los ocasos. Líricamente el tejado necesita a la cigüeña como ella al tejado, emocionalmente también se atraen, nada les impide seguir acompañándose pero nunca descifra el lugar escogido, será su único misterio. Mas la cigüeña colabora en el equilibrio de la naturaleza nuestra, a veces en exceso, y agota de ratoncillos y roedores los poblados estercoleros que se prodigan. Quizá por ayudar, permanecen atentas a la función de equilibrar y nadie lo agradece.

Otra vez que se vayan las cigüeñas en otoño, dejará de ser otoño, o las estaciones se habrán prolongado, como dicen, y los campos tendrán paciencia para más crianzas y sonará una melodía de ausencias de blanco y negro, de zancudos y picos largos y los púlpitos sobrarán de mudez y los crepúsculos serán de color rojo amarillo sin figura ni elegancia.

Para cuando otra vez se vayan las cigüeñas nos gustará no vivirlo aunque el tiempo nos haya favorecido en madurez y los campanarios altos y los arbotantes se conviertan en canción de musa y en equilibristas de los ocasos.

 

 

 

 

                                                    Ramón Llanes

EL LIBRO

                 EL  LIBRO

 

 

Qué sueño, qué poema, qué conspiración, qué turbulencia, qué profecía, habrán escapado de la  permanencia, desde una página  solapada?. El autor, movido por un resorte de sabiduría, anega campos blanquecinos y somete su inspiración a cualquier voluntad. Lo hace con la fundamentación del pensamiento. Absorto o loco, escribe en letras y vocablos aproximaciones a la realidad, se baña en la ficción, se desmenuza en partículas, grita página a página para no ser oído, solo tenido, quizá llorado, tal vez vivido.

 

El autor se aligera de promesas con errores de cálculo, corrige mil fórmulas nuevas, se entierra en una sangre propia para  resucitar  en los papiros y sufre un parto de primeriza cuando la luz le concede una libertad de tenencia y  puede arrodillarse con adoración sacrílega al hijo encuadernado. El autor no se cansa. El autor, el pro-artífice de una obra esculpida para los hombres, devengará incontrolados placeres desde la creación hasta los adjetivos que le aguardaron , incluidas menos alabanzas de las permitidas y menos halagos de los solicitados.

 

El lector empaña dedos en la recién merecida caricia tributando el primer consentimiento de homenaje, subiéndolo al quicio de su memoria en donde rumia composición, sintaxis y sinónimos hasta destrozarlo por el uso y llevarse jugos y mensajes,apareándose con esa soba de lenguaje que la lectura le proporciona. En la soledad, autor y lector, se alían en la misma historia, sufren juntos y aman juntos con la misma intensidad, se conocerán a su través, les unirá el texto y se entenderán sin rubores. El lector ha de ser amante deseoso, siempre agradeciendo  los órdenes o las delicadezas, para entrar en la salvación del  autor.

 

El libro es una sugerencia a la libertad, a la tolerancia, a la comunicación y a los deseos. Y todos , desde el autor, conspirarán por perpetuidades ; y todos, como enseñantes, eludir rabias y soeces en su contra. Nada más preciado se adora.

 

En una sociedad cercana, alistada a un bienestar que se intenta conseguir, algunos tipos inteligentes, repartirán libros una tarde de primavera al lado de algas marinas y flamencos rosáceos, intensificarán los métodos de la paz en una ciudad cualquiera con nombre antiguo y allí los niños huirán de batallas, asomarán un prólogo a sus narices y pondrán alivios a las discordias del día. Todas las semanas serán fiestas de libros en esa ciudad arropada de historia y las voluntades se desquiciarán en rupturas viejas. Predominará la letra y detrás el entendimiento y luego el saber. En el lugar de la indigencia, criterios y opciones, alternativas de refugio societario compartido.

 

Es, otra vez, tiempo de libros. Devenir a la liturgia de la lectura, llegar a los epílogos de la sed y reencontrarse cara a cara con la felicidad escrita.

 

 

 

 

                                                        Ramón Llanes