RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

sábado, 5 de marzo de 2011

EL JUEVES QUE PERDIÓ SUS ZAPATILLAS (cuento)

El jueves que perdió las zapatillas.

Llegaste, apenas sin yo pensar que vendrías. Estuvimos juntos andando el camino posible de un escondite detrás del árbol cuando ni de tapar medio cuerpo era capaz, nos buscamos porque siempre sabemos que los sitios para encontrarnos son los nuestros de casi toda la vida o los que conocemos para entretenernos a demostrarnos simpatía y cariño. Alba intentaba saber a qué jugábamos sin comprender del todo el alboroto de tus voces, tus correrías o tus carcajadas de niño que llevaban un componente de sorpresa más allá de lo usual. Fue ayer, golfete, ayer porque lo recuerdo con frescura. Y ayer era jueves hasta que casi en la altura del ocaso me despedías con tus ojos pinchados a mi nostalgia y me chocabas las manos en señal de cómplice de una jornada agradable.
Pero antes, también jueves por seguir las señas, me pedías buscar los cochinos que imaginabas en el campo de la Tiesa y las serpientes y los leones y las libélulas y no sé cuántos animalitos más que componen tu colección de aficiones de la que nunca quedas completamente harto o decididamente satisfecho. En aquel tránsito que nos llevó al otro pueblo, a veces intentabas dormir pero sin dedicación y hablamos de tus gustos mientras abuela conducía sonriendo cada una de tus inspiraciones.
Luego fue todo actividad, como si el letargo, tu letargo, hubiera durado un siglo y estuviesen entumecidos tus huesos, una desenfrenada inquietud que te hacía tirarte al suelo, subir a la chimenea, arrastrar las sillas, mezclar las patatas con las risas, pedir insistentemente un helado o creerte con sueño hasta acudir al regazo de mamá en demanda de la ternura necesaria. Ni siquiera así te ví cansado, no aparecían signos de agobio en tus gestos, eras un superman indomable que desafiaba las leyes de la libertad. Y lo conseguiste, ayer jueves, una vez más.
Volvimos a casa para cerrar por algún lado el camino inacabable de nuestra conspiración y tampoco fue posible completarlo. A la mañana que me alentó del nuevo día fui a creer que aún era jueves y seguías conmigo en nuestro festín. Y de tanto querer se me hizo un jueves emotivo que perdió las zapatillas y le resultó imposible llegar al viernes. Y ahora sigo en jueves escribiendo lo vivido.


Ramón Llanes. 2-11-07 (19 hs).

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