RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

lunes, 8 de junio de 2015

SOBRE "SECUENCIAS DEL MÁS ADENTRO" POR MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ BORRERO


"Secuencias del más adentro" es un libro lleno de música, amasado con y rebosante de música, que es uno de los reconocimientos más destacados que pueden hacerse como crítica a un poemario. Ramón LLanes ya viene demostrando en toda su obra que es especialista en componer sinfonías engarzando palabras, de tal manera que la lectura de los poemas y los relatos se convierte en un discurrir entre armonías y melodías compuestas con el lenguaje. Y hay que advertir, para el simple curioso, que es un arte muy depurado escribir así, conseguir decir lo que se quiere con cadencias precisas, tañendo el aulos de Euterpe desde las palabras. Al poeta le brotan, de sus manantiales del más adentro, unos veneros caudalosos de música, como podrán comprobar cuando lo lean. Esta es una de las conclusiones más sobresalientes y hermosas: que este libro es música. Y otra es su luminosidad. Es un libro luminoso, alejado de las bolsas de sombras que tan frecuentemente se adhieren al ánimo de los poetas cuando cantan a excelencias muertas, y la mina de Tharsis lo es. Aporte de luminosidad para un manto estéril.
Partiendo de la clave interior de quien se siente marcado por la mina, el autor sale, entra, entra y sale, una vez y otra..., desde lo trascendente a lo cotidiano, desde lo íntimo al exterior, de la mirada global al detalle más minúsculo..., en una confesión general marcada por el pálpito del hombre libre y por unos ojos pertrechados de generosidad.
Hay mucho amor -y muy bien expuesto- en este libro... Es una obra mineral sin aristas, modelada por la calidez del enamorado y por la experiencia que da el haber vivido mucho. Y es una obra construida desde los sentidos...
El poema "Recuerdos" es, desde muy pronto (el número 18 apenas), una declaración de intenciones con la figura del minero en primer plano, desde sus objetos hasta la metáfora del patetismo de este oficio. Paisanaje descarnado... Pero lacrado como un juramento, con el compromiso de no olvidar lo que la mina fue y los mineros eran. La memoria, ejerciendo aquí un tributo hermoso, un "no os olvidaremos" a quienes tanto contribuyeron a construir la identidad colectiva de su pueblo.

Leí éste y leí también, en la presentación del libro en el Ateneo de Sevilla, "Los libros". Cuando me topé con este poema, escrito desde la memoria de nuestra juventud compartida -la de Ramón y la mía- en los mismos escenarios geográficos, existenciales y de vocación, me sentí solidario compañero de viaje y cómplice suyo por entre sus versos, porque describe las mismas fortalezas emocionales que vivimos tantos chicos de nuestra generación: ¡no pudieron con nosotros, los niños, por más que nos ocultaran la voz de los poetas!. Así fue cómo sucedió, que los descubrimos y los leímos y nos alumbraron caminos. Es oportuno recordar a las generaciones más jóvenes, cuando las nuestras viven ya de recordar cómo conseguimos las libertades, que los poetas que quisieron escatimarnos y que nosotros tuvimos que encontrar entre ocultaciones y censuras, "nos enseñaron a pensar y a defender pensamientos y a luchar por los sueños" de esas libertades. Esos poetas y sus obras están incorporados a nuestra manera de ser: nos educaron los ojos para mirar y sus versos cincelaron muchas de nuestras actitudes y creencias.
La indumentaria espiritual de este libro está compuesta por los paisajes del alma del autor, por un poso que se descubre aflorando repleto de nombres, personas y sugerencias . Aquí está registrado todo el universo -humano y humanista- de Ramón Llanes. Quien quiera saber cómo es, qué inquietudes tiene, a qué le canta, qué le duele, qué riquezas inmateriales atesora, cómo mira, cuánto ama este minero de raiz... que lea "Secuencias del más adentro", su obra -a mi parecer- más redonda, de más cochura y más autobiográfica.
Con epicentro emocional en Tharsis, el pueblo (la mina) que le vio nacer y que conformó su personalidad, esta obra se extiende, sin embargo, mucho más allá de las latitudes cercanas para acabar dibujando una dimensión completa del hombre. Es un recorrido ecuménico por sus verdades y sus actitudes a través de los versos, relatos y reflexiones que nos presenta.
Y es la obra de un poeta andevaleño, que describe, propone, sentencia o dirige nuestra mirada desde el poso riquísimo y vivencial del hombre del Andévalo. Cuanto dice y cómo lo dice está definiendo la cultura de amalgama del andevaleño. He aquí una invitación a conocer esta tierra de entrañas ricas, de piel pobre pero armoniosa. Y seductora desde la austeridad de sus campos al carácter cálido de sus gentes.
No echen a valor menor lo de ser poeta andevaleño, que es una manera de ver y de contar genuina y diferente, sedimento de una cultura que guarda aún las viejas formas de expresión, la galanura de un lenguaje siempre exquisito y una identidad incontaminada, crisol de los pueblos que la habitaron.
El Andévalo, "un cofrecillo de ternuras"...





Ateneo de Sevilla, 5 de junio de 2015
MIGUEL ANGEL FERNANDEZ BORRERO

No hay comentarios:

Publicar un comentario