Los seres humanos se distinguen más por el talento que por la condición natural o social y supone que su carencia determina la mayor parte de los actos de la vida. El talento condiciona la libertad, el arte, las relaciones, el amor y otros muchos valores que se supeditan y que establecen los distintos órdenes de preferencias en los asuntos generales del vivir. En la sociedad actual, para acceder a puesto importante en las letras, la educación, el deporte o la ciencia, se precisa de una dotación de talento por encima de lo común; para obtener posibilidades de alcanzar las perseguidas metas se requiere un rigor en las selecciones que acaba con muchos y son pocos quienes superan las pruebas de talento propuestas por el sistema.
En la actividad de la política no se da esta disciplina, no llegan a ocupar cargos personajes que hayan superado la prueba del talento; los ejemplos nos circundan por casi todos los lados y son excesivos los detalles que apoyan esta teoría. No es entendible ni aceptable para la ciudadanía que los dirigentes carezcan de capacidad, talento, inteligencia o listeza para llevar su misión a buen término sin estar constantemente cometiendo errores que son decisivos y que incrementan los riesgos de la incorrección de una alarmante manera. Aún no es posible hacerles entender a los legisladores de esta necesidad; quizá la gobernanza fuera distinta y mejor, contando con esa mínima capacidad para la dirección de una sociedad en claro desorden.
La tendencia política para optar por una persona para un cargo o puesto de responsabilidad suele depender de la ideología casi exclusivamente; y la ideología es menos necesaria que el talento. Y si acaso solo fuera la ideología podría aceptarse pero es muy habitual que los partidos elijan a sus afiliados sin someterles a la prueba del talento ni exigirles un conocimiento exhaustivo acorde con la tarea a realizar. Con este panorama es lógico padecer las incomodidades que provocan la toma de decisiones inadecuadas y el contenido de las normas que se hacen de obligado cumplimiento a pesar de ser injustas, torpes o inútiles. Nos comerá el tiempo antes de la implantación de la prueba de talento en nuestro ordenamiento porque son los políticos los mismos que la condicionan. Qué hacer si no seguir denunciando!.
Ramón Llanes