ALGO ÁCIDO.
La tragedia tiene un
sabor ácido, el dolor es ácido, la muerte muy ácida para todos, la
miseria es ácida. Estereotipos de la acidez, lo fatal, lo extremo,
lo agónico. A veces también el debate es ácido, cuando se olvida
de la razón del mismo y pinta la cara que a cada cual conviene. Pero
es ácido el debate si se utiliza, sin límites, la estrategia exenta
de ética y moderación, si se maltrata la libertad del pensamiento,
si se escribe o dice sin disciplina, sin norma. Después de la
tragedia nunca la calma, viene el debate político, lo más ácido;
llega el displacer de quienes aguantamos.
Hoy barrunto pesadez
de debate, a pesar del dolor que inunda la esfera de nuestro medio,
barrunto confrontación, reproches, insultos, perrerías, entre unos
y otros, porque la dedicación a las víctimas solo va a ser la
mínima, la protocolaria; ya se ocuparán de alertarnos quienes se
oponen por oponerse, con un sentido escaso de la compostura; para
distorsionar, para que algo ácido queme a cualquiera, no importa ni
siquiera el nombre o el cargo, que queme, lo más posible.
Mientras, el soldado
traerá a casa la medalla, la foto de la novia, el pin de una
esperanza frustrada en una llanura rodeada de montañas sin
identidad, a donde fuera con buenos propósitos, y llegará con la
vida a rastras y el llanto para los suyos. Es lo más ácido, lo
tétrico, lo irreal, que al debate alguien le pondrá cara de tonto
pata disimular que ha sufrido, que ha dejado las vacaciones para
hablar, que los esperaba; así, sin darse cuenta que ellos ya no
están para sonreírles.
Ramón Llanes.
19.8.05.
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