BAILEMOS
El baile ha comenzado. Los asistentes visten de un riguroso blanco, las paredes son altas, transparentes y con preciosas cortinas, la orquesta tiene un director de agrado.
La vida ha comenzado. Hay un hilo sin límite que une unas historias con otras hasta llegar a un punto de extensión inusitada, todo atado a un sueño. Han entrado en la vida de aquí -en esta de pintores excelentes y humanos en general con altos grados de inteligencia-, gentes de otra gleba, de la de arriba, que no conocen cómo se enmienda un entuerto ni de qué color son las miserias y han empezado a romper sueños, a callar la música y a imponer una melodía de palacio ininteligible para estos soñadores.
Y el baile se volvió un caos de trampas que los sonrientes y soberbios poderosos de la gleba alta pusieron en las escaleras, en las puertas y en los asientos; aquello enloqueció, y era la vida más que un baile de tristes, se confundía la vida con el baile, el baile con el paisaje, la trampa con la vida, se confundían ellos que creían pertenecer a la solución y chocaban con el problema hasta que el baile y la vida acabaron siendo miles de problemas para los asistentes al salón. A su pesar, estamos bailando.
Rllanes
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